Víctor Barrio, un torero de 29 años, murió en la plaza corneado por un toro este fin de semana. No puedo decir que me guste la llamada «fiesta nacional», pero respeto a los aficionados, y respeto la legalidad vigente que permite llevar a cabo las corridas en nuestro país.
Sin embargo, tras la muerte de este torero, no puedo sentir más que asco y vergüenza ajena por algunos que dicen llamarse personas civilizadas y amantes de los animales. Las redes sociales han servido para poner de manifiesto hasta qué punto estamos rodeados por personas enfermas de odio.
Hay muchos ejemplos de mensajes insultantes en las redes sociales hacia el torero y hacia su familia tras su muerte, pero voy a centrarme en uno que me parce muy ilustrativo. Se trata del escrito por Vicent Belenguer Santos, profesor valenciano. Literalmente, escribió en su Twitter: «Muere un tal Victor Barrio de profeison asesino de toros en teruel (en su casa lo conocerían a la hora de la siesta) yo que soy un ciudadano muy «educado» hasta el punto de ser maestro me aleguro mucho de su muerte, lo único que lamento es que de la misma cornada no hayan muerto los hijos de puta que lo engendraron y toda su parentela, esto que digo lo ratifico en cualquier lugar o juicio. Hoy es un dia alegre para la humanidad . BAILAREMOS SOBRE TU TUMBA Y NOS MEAREMOS EN LAS CORONAS DE FLORES QUE TE PONGAN ¡¡CABRON!!».
Este tal Vicent es maestro, y cada día comparte aula con menores. No sé si enseñará bien o mal, pero os aseguro que si fuera profesor de un hijo mío, no permitiría que le diese ni una sola clase más. Yo creo que compartir a diario espacio cercano con un individuo de semejante calaña, necesariamente tiene que influir negativamente en las personas. Más aún si son menores.
Víctor Barrio murió ejerciendo su profesión. No cabe duda de que es una profesión polémica, pero eso es otra discusión completamente distinta, que desde el respeto se puede debatir. Aquí no estamos hablando de toros sí o toros no, ni estamos hablando del respeto a los animales. Nada se puede defender con violencia si queremos tener un ápice de razón.
Soy amante de los animales, y, como he dicho, no me gustan las corridas de toros. Entiendo la defensa que hacen las asociaciones anti-taurinas de sus ideales, y también a quienes se confiesan aficionados a los toros. Sin embargo, el extremismo y la radicalidad hacen perder mucha fuerza y muchos argumentos. Pero, sin duda, alegrarse por la muerte de una persona no denota, ni por asomo, amor por los animales, más bien desprecio por la vida y por las vidas, las de todos.