Es raro que pasen muchos meses sin la correspondiente alerta mundial sanitaria. Aún así, cada vez tendemos a ser más alarmistas.
Desde el virus de la gripe A, al ébola o las vacas locas, el mundo sufre periódicamente alertas sanitarias de diversa índole. Afortunadamente, hace muchos años que en nuestro planeta no se desatan las pandemias de antaño, como la llamada gripe española de 1918, que causó entre 20 y 50 millones de muertes a nivel mundial.
Los avances médicos, la tecnología, las comunicaciones… Todo ello ha evolucionado de manera drástica en un siglo, y ha permitido la contención de las enfermedades, incluso las muy contagiosas, como el ébola.
Pero, contrariamente a lo que pudiésemos pensar, esto no ha tranquilizado a la mayor parte de los habitantes de este sufrido planeta, sino que es al revés: cada vez tenemos más pánico y nos alarmamos con mayor facilidad.
Si tomamos como referencia la última alerta, la del llamado coronavirus, nos encontramos con un virus con facilidad para el contagio, a través de las vías respiratorias, y que puede estar en humanos sin ningún tipo de síntoma. De hecho, se conocen varios tipos de coronavirus, SRAS, MERS CoV y 2019nCoV (este último, el más actual), y una de sus características es su baja mortalidad. En los casos más graves, puede dar lugar a algunos tipos de neumonías, pero normalmente en pacientes que sufren otras dolencias respiratorias.
Es cierto que hay casi 400 muertes relacionadas con este virus, pero la gripe común, la que una parte importante de la población sufre todos los años, causó el año pasado 6.300 muertes en nuestro país. La gripe clásica es muy contagiosa, afecta a las vías respiratorias, no tiene cura… ¿Por qué no llevabamos mascarillas a diario, ni nos preocupa que llegue la temporada de gripe? Bueno, nos hemos acostumbrado a la gripe. De hecho, nuestro cuerpo, en condiciones normales, es capaz de superarla año tras año, salvo complicaciones. Igual que, hasta el momento, el coronavirus.
Sin embargo, un exceso de información, no siempre fiable, incluso, en muchos casos, mentiras directamente, pueden inducir al caos, y provocar estrés y miedo entre la población de una manera muy fácil. Estos días circulan noticias falsas relacionadas con este virus que se están propagando mucho más rápido que el propio virus. Por ejemplo, las imágenes del mercado de animales exóticos de Wuhan (China), supuestamente el foco del virus… no era tal, sino que son imágenes del año pasado en un mercado de Indonesia. El virus tampoco produce vómitos negros (las imágenes difundidas corresponden a una chica vomitando tras tomar carbón activado para adelgazar). También se ha dicho que el virus apareció en una sopa de murciélago, algo no confirmado, y que está prácticamente descartado.
Por supuesto, no estoy quitando importancia a este problema. Y creo que se está actuando de la forma correcta, muy especialmente los habitantes de la región afectada, de unos 60 millones de habitantes, que se autoconfinan en sus casas para ayudar a paliar la crisis. Lo que me sorprende es que en la era de la comunicación (que no de la información), sea tan difícil aportar datos fiables a los ciudadanos, y tranquilizarlos, en vez de crear tanta inquietud de forma innecesaria, algo que afecta negativamente a miles de personas en el mundo, como así se está demostrando: situaciones de estrés, de nerviosismo y de miedo, que están generando más problemas que el coronavirus.
La vacuna, en cualquier caso, está en camino. No será barata, eso seguro. Como no lo era la de la enfermedad de la «vacas locas», ni las de la gripe aviar, de las que millones de las vacunas fueron a la basura tras la compra masiva por parte de muchos países. España adquirió para la gripe aviar alrededor de 37 millones de dosis, por 266 millones de euros, de las que se usaron la cuarta parte, según se estima. Según la OMS, hasta 2009 morirían más de 7 millones de personas por ese virus. En realidad, tras una gran alarma mundial, se registraron 438 casos en humanos y 262 muertes en los 60 países afectados.
Esperemos que, de nuevo, este virus quede pronto controlado, y que el virus de la psicosis colectiva tampoco se extienda más.