Después de 315 días de un gobierno en funciones, el nuevo ejecutivo empezará su recorrido esta próxima semana, después de la investidura hoy de Mariano Rajoy como presidente.
Para este viaje, no hacían falta alforjas. Hemos necesitado casi un año y que el PSOE se encuentre en una situación límite, para volver al punto de partida. Si el discurso de hoy del portavoz del PSOE, Antonio Hernando, lo hubiese dicho tras las elecciones de diciembre, la situación sería muy distinta en estos momentos. Sobre todo, en el seno de su partido. Todos sabíamos que era imposible un pacto con Podemos, y que los socialistas no tenían más remedio que negociar y formar una coalición, o abstenerse. No había más opciones, pero ha tenido que llegar todo a un extremo demasiado metafísico para cumplirse lo irremediable.
Aún así, hay que reconocerle al PSOE su gesto, que aún inevitable, no deja de ser responsable. No es momento de hacer leña del árbol caído; al contrario, es deseable que el PSOE se recomponga lo antes posible, y estoy seguro de que así será. No es tampoco momento, ni ahora ni nunca, de tener que soportar al payaso de Rufián en el Congreso escupiendo insultos hacia los socialistas y hacia todo aquel que no sea él. El odio que desprende un personaje como éste es inmenso, y pienso que estar a su lado debe ser como vivir cerca de Chernobil.
La Legislatura no va a ser fácil para el PP, al menos si no cambia mucho sus formas. Lo razonable sería que ese diálogo y consenso al que tanto apela ahora Rajoy se convierta en algo real. Es muy fácil gobernar con mayoría absoluta, pero en la actual situación lo va a tener que negociar absolutamente todo. Buena parte de la oposición, llámese Podemos, es difícil que le conceda nada. Nada es nada… Por lo tanto, dependerá de esa «oposición responsable» del PSOE y de Ciudadanos para poder gobernar. No quiero decir que Podemos vaya a ser «irresponsable», sino que están en las antípodas del PP o el PSOE. En mi opinión, de los socialistas se puede esperar mucho más que de Podemos, porque han gobernado España muchas veces y es su objetivo hacerlo de nuevo. Por eso, una oposición destructiva sería seguir ahondando en su deterioro como partido político, y sería mucho más positivo para el PSOE estar frente al PP de una forma responsable.
Los retos a los que se enfrenta el recién investido presidente son varios, pero el problema catalán es uno un tanto peliagudo. En los próximos meses vamos a seguir viendo incumplimientos judiciales, desacatos, y todo aquello que los secesionistas catalanes encuentren para poder hacer ruido y levantar polvareda, último recurso que les queda para llamar la atención sobre la prensa. Su objetivo es llevar ese ruido mediático al ámbito internacional, presentándose como víctimas de un régimen que los tiene presos y oprimidos, con la esperanza de conseguir apoyos. Sin duda, el éxito de toda esa operación será escaso, al menos a corto y medio plazo, pero sí que va a generar incomodidad en la política española y se va a utilizar como arma arrojadiza.
Veremos qué gobierno presenta Mariano Rajoy. Ojalá haga una profunda remodelación de sus ministros, porque hace falta más frescura y, sobre todo, más talante dialogante. El problema de no hablar cuando tenía mayoría absoluta, es que ahora se lo van a recordar. No es fácil fiarse de alguien que quiere hablar cuando no tiene más remedio, como es el caso. Aún así, está en juego todo el país… Pero, ¿será esto suficiente para nuestros políticos?