Ascenso al Damavand

Ascenso al Damavand (IRÁN)

Participantes en la aventura

Miembros de los Centros Excursionistas de Yecla y Caudete

Planes previstos

Día 31 de julio, traslado desde Teherán hasta el pueblo de Polour, donde se sube por una pista de tierra en vehículo 4×4 hasta el campamento base. El campamento base está situado a 3.000 metros sobre el nivel del mar, donde harán noche. Se llama Goosfand Sara y hay, incluso, una mezquita.

Se hace noche en el campo base y el 1 de agosto salen por un sendero hasta el refugio New Hut situado a 4.200 metros. Serán 5 horas andando. Al llegar, harán noche a 4.200 metros y empezarán a sentir de pleno el mal de altura.

Al día siguiente, 2 de agosto,  caminarán en ascenso hasta llegar a los 5.000 metros para volver a bajar a New Hut, a 4.200 m., y dormir otra vez allí. Este día se utiliza para aclimatarse a la altitud.

El 3 de agosto, sobre las 3 h. de la madrugada, empezarán los preparativos para ascender a la cima, todo ello si la climatología no lo impide. En caso de que no tengan ningún contratiempo, sobre las 10 h. de la mañana del 3 de agosto es posible que hayan alcanzado la cima. Si por motivos de aclimatación el día 3 no pueden ascender, invertirían otro día más a 4.200 metros e intentarían subir el 4 de agosto con el mismo horario.

El día de ataque a cumbre invertirán 7 horas en subir. Después, si las fuerzas lo permiten, bajarían hasta el campamento base a 3.000 metros, pero si no, tendrían que dormir a 4.200 metros.

Las dificultades que van a encontrar son:

Un mal de altura muy agresivo, debido a que el ascenso se va a realizar caminando, y es relativamente más rápido que otro tipo de ascenso

Por la cercanía del mar (las orillas del Mar Caspio están a unos 70 kilómetros), también pueden sufrir tormentas de granizo y fuertes vientos procedentes de las estepas de Asia Central, puesto hay que tener en cuenta que la Cordillera de los Elburz tiene cimas de 4.000 metros y ésta del Damavand son 5.610 metros, por lo tanto es como una isla en medio de un mar de montañas.


Información actualizada desde Irán (si las comunicaciones lo permiten)

30/07/2016

El grupo parte hacia Irán.

31/07/2016

«Tras hacer escala en el aeropuerto de Estambul, a las 6:00 hora local, llegamos han llegado a Teherán. Partimos sin descansar hacia el pueblo de Polaur. Llegamos a las 18 h al campamento base. En el campamento base nos preparamos para la jornada del día siguiente, hablamos con la gente que baja y nos dicen que ayer llovió pero que se esperan 3 días de buen tiempo y sol. El campamento base está situado a 3080 metros sobre el nivel del mar, intentamos descansar y dormir todo lo que se pueda aunque el mal de altura nos produce insomnio y no nos deja dormir bien.

En el campamento base, que se llama Goosfand Sara, hay una mezquita, que es la que se puede ver en la foto, pero no nos dejan entrar. El tiempo es soleado, no hace frío, estamos muy bien de fuerzas y las previsiones son buenas.

01/08/2016

Salimos hacia el refugio de altura situado a 4200 metros sobre el nivel del mar. Según la información de que disponíamos y los comentarios de la gente que ha bajado es una ruta que se realiza entre 4 horas y media y 5 horas. Nosotros estamos muy bien de fuerzas y la realizamos en 3 horas. Llegamos al refugio de altura y nos ponemos a descansar. Sobre las 15 horas ya empezamos a notar síntomas de mal de altura, así que para mitigarlos unos prefieren descansar y tomar medicamentos, y otros subimos muy lentamente a más altura para pasar allí un buen rato y luego bajamos otra vez al refugio.

El tiempo es soleado y hace calor. Cenamos pronto porque a las 3 de la madrugada del día siguiente hemos quedado para desayunar e iniciar la marcha a las 4 h. Todas las provisiones las traen a lomos de mulas y burros.

02/08/2016

En principio el plan de ascenso consistía en permanecer el día 2 en el refugio de altura, ascender hasta la cota 5.000 y descender otra vez al refugio para aclimatar e intentar el ataque a cumbre el día 3, pero viendo que nos encontrábamos bien de fuerzas y que ninguno de nosotros habíamos sufrido consecuencias graves del mal de altura, decidimos asaltar la cumbre sin el día de aclimatación.

Comenzamos la ascensión a las 4:20 de noche a la luz de los frontales, el ritmo es bueno pero a las 2 horas y media de ascensión empiezan a fallar las fuerzas. El no haber tenido ese día extra de aclimatación empieza a pasarnos factura. La temperatura es buena, no hace mucho frío pero cuando llegamos a la cota 5000 todo cambia. A pesar de que el día es soleado empieza a barrer la cumbre un viento muy frío que hace que la sensación térmica sea de más frío del que realmente hace.

Nos quedan 610 metros para cumbre y estamos derrotados así que nos ponemos a descansar y comer e incluso alguno de nosotros se echa una siesta. Hay incluso algunos compañeros que piensan en que sería mejor bajar e iniciar el ascenso al día siguiente pero al final decidimos que el día es soleado, es muy bueno y que debemos de intentarlo.

El viento cada vez es más frío pero sopla con una intensidad moderada, por lo que no resulta molesto. Observamos que la climatología empieza a cambiar y aparecen nubes constantemente pero sin llegar a dejar el día nublado.  Llegamos a la cota 5400 dónde están los campos de fumarolas y el viento se convierte en nuestro mejor aliado ya que nos aparta las emanaciones de gases sulfurosos del volcán. Quedan 210 metros para cumbre, observamos que mucha gente se ha bajado sin llegar a la cumbre y ahora es cuando empieza lo realmente duro… Atravesar los campos de fumarolas se convierte en un suplicio, ya que el ambiente huele a azufre tanto que empieza a dolernos mucho la cabeza. Los 9 que siempre nos hemos mantenido unidos hemos formado una fila india que se va estirando tanto que al final se han formado dos grupos diferenciados.

Los últimos metros finales son durísimos, llegamos incluso a hacer una media de 2 metros de caminata lineal por minuto (poneos en el pasillo de vuestra casa, medir 2 metros y tardad un minuto en recorrerlos. Ése era nuestro ritmo). Llegamos al límite de nuestras fuerzas a la cima, pero lo conseguimos. El frío era tremendo.

Hablamos con un montañero iraní que había subido 4 veces al Damavand, todas ellas en verano y nos dijo que era la vez que más había sufrido y la vez que más frío había sentido…»