La crisis afectó de manera cruda al sector inmobiliario, y muchas empresas relacionadas con el sector no tuvieron más remedio que cerrar sus puertas. Ahora, todo indica que la recuperación es un hecho, y que el negocio inmobiliario puede convertirse en el plazo de unos pocos años, de nuevo, en un motor económico.
Obviamente, ese motor ya no será el del Ferrari desbocado de 2005, pero todo apunta a que el reequilibrio de la situación va a dar como resultado un mercado estable y con oportunidades de negocio razonables. Aún así, sólo las empresas, tanto constructoras como inmobiliarias, que hayan tomado nota de los errores del pasado podrán hacer frente al futuro.
La calidad de las viviendas, y un precio ajustado, van a ser cruciales en el mercado de consumo mayoritario. El sector inmobiliario de lujo no se vió muy afectado por la crisis, pero va a mantener, o incrementar, las cifras de negocio en España. A ello contribuyen una cada vez mejor visión del país por parte de los extranjeros, percibido como un lugar seguro y con buenos servicios, y las cifras récord de turismo que se esperan para los próximos ejercicios.
Era previsible, y necesario, un fuerte equilibrio en el sector inmobiliario, que había alcanzado un nivel de precios y de número de viviendas inaceptables para nuestro país. La proliferación de empresas constructoras, el descontrol en la concesión de créditos a la construcción y el afán de negocio rápido con la vivienda por parte de particulares, precipitó en pocos años la explosión dramática de una burbuja que nunca debió inflarse.