Sin embargo, a mitad de los años noventa comenzó un descenso que a partir del año 2000 fue continuo. Pero lejos de empezar a poner remedio a la situación, se optó por lo contrario. Los dirigentes del ente comenzaron a diseñar un monstruo: crearon la segunda cadena (Punt Dos), la radio autonómica (Ràdio 9), el canal 24 horas (Nou 24) y hasta un canal para satélite (Nou Internacional). Es decir, que con los números ya en rojo, se inició una huida hacia adelante que no hizo sino sentenciar de muerte a la cadena, a cuyo entierro asistimos estos días.
Con una deuda en torno a los 1.400 millones de euros, los valencianos, claramente, no se lo pueden permitir. El ERE que pretendía un ajuste presupuestario para mantener la cadena ha sido rechazado por irregularidades, pero estas medidas llegan tarde. Si desde el año 2000 se caía en picado, no se puede reaccionar trece años después. El presidente de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra, nos dice ahora que hay que elegir entre hospitales y escuelas, o Canal Nou, pero a los ciudadanos nos deja con la duda de si no se podría haber corregido el problema hace años.
La cuestión es que hoy todos somos un poco menos libres, y todos, sin excepción, deberíamos sentirnos tristes por este desenlace.