Artículo de Opinión | José Sánchez Amorós /
La destrucción del desvío de la carretera N-344 ha supuesto que todo el tráfico pesado circule por la antigua carretera, hoy Avenida de Valencia.
No se previó que el firme de la calzada estaba en condiciones pésimas para soportar tanto tonelaje en circulación. El resultado está comprobado, los vecinos de esta vía aguantan que cada vez que pasa un camión se produzca un zambombazo que se escucha en las viviendas semejante a barrenos, como los que destruyen las Sierras de Caudete. Esto es resultado de la «emblemática» chapuza a la española, que recibe tal denominación por ser exclusiva de España.
También los camioneros deben estar bien hartos de esta situación, pues aún pasando a escasa velocidad, no pueden evitar las sacudidas que a ellos les perjudica personalmente, como de la misma manera a las mercaderías que transportan.
Esto es el resultado de la denominada «chapuza a la española», por ser general en toda España. Es una característica tan genuina en las obras públicas que debería otorgársele denominación de origen, o bien proponerla para que sea catalogada como patrimonio Unesco.
Cuatro parches con los que intentan arreglar este estropicio no son la solución. Que hagan venir una cuadrilla con la maquinaria adecuada y asfalte debidamente una vía para proseguir con la opuesta, como harían si esto tuviera lugar en una calle importante del mismísimo Madrid, pongamos por caso, porque la famosa autovía en construcción seguirá en construcción por tiempo indefinido.