Tras largas negociaciones entre el gobierno colombiano y las FARC, se llegó a un acuerdo histórico para poner fin a un conflicto que ha durado más de 50 años y ha causado 220.000 víctimas. Sin embargo, los colombianos rechazaron el domingo este acuerdo por un estrecho margen, y la paz vuelve a tambalearse.
El grupo de las FARC surgió como una autodefensa campesina creada a mediados del siglo pasado frente a las bandas de pistoleros vinculadas a los partidos Liberal y Conservador. Muchos campesinos se organizaron y lograron el control de algunos territorios, que fueron considerados como «repúblicas independientes» que deberían ser exterminadas. A finales de mayo de 1964 el Ejército atacó el caserío de Marquetalia y los campesinos que sobrevivieron se reencontraron el día 30 de mayo para crear lo que se empezó a llamar Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Las FARC son consideradas un grupo terrorista tanto en Colombia como a nivel internacional.
Tras 52 años de auténtica guerra, centenares de miles de muertos y varios intentos de llegar a un alto el fuego definitivo, parecía que la paz había encontrado un hueco en Colombia. Pero tras el plebiscito de la semana pasada, en el que venció el NO al acuerdo por un 50,2% frente al 49,7% del SÍ, un jarro de agua fría se ha extendido por todo el país. También por la mayoría de países del mundo, que deseaban el fin del sufrimiento de tantas personas en una brutal guerra interna que ha lastrado a Colombia durante décadas.
Pero los pueblos libres son soberanos, y la democracia siempre tiene la última palabra. Los colombianos no creo que estén locos, pese a este inesperado resultado, y algo no se ha explicado bien, o algo está muy claro para muchos alli. Hay que tener en cuenta que hay mucho dolor soportado, escondido, y mucho odio y resentimiento aún a flor de piel. El hecho de que los guerrilleros de las FARC vayan a participar en política y que ninguno de ellos vaya a pisar la cárcel, ha pesado mucho en la sociedad colombiana. Para la mayoría, ha sido simplemente insoportable.
Ahora es cuando Colombia se enfrenta a una verdadera prueba de fuego. Cuando todo estaba preparado para iniciar el desarme, para la participación de la guerrilla en política, para la pacificación ordenada del país… todo ha quedado en suspenso. Nadie esperaba este revés, y el presidente Santos se ha visto obligado a poner una fecha límite al alto el fuego: el 31 de octubre. Las FARC, por el momento, se han apresurado a dar órdenes de repliegue a sus guerrilleros hacia zonas seguras, lo que indica que se vuelven a tomar posiciones, como mínimo, defensivas.
El deseo de todas las partes es de diálogo y de consenso. Pero la situación ha ido subiendo grados de tensión tras la consulta, y parece muy difícil el papel que tienen ahora por delante los implicados en las negociaciones.
Desde luego, si ahora no se consigue, pasará mucho tiempo hasta que la paz tenga otra oportunidad en Colombia.