El otro día jugaba a pádel con tres amigos, de edades parecidas, y entre los cuatro sumábamos cerca de una docena de afecciones, entre lesiones y otras dolencias corporales. ¿Cosas de la edad?
En mi caso, y entre otras cosas, la rodilla y la espalda me duelen desde hace bastantes años, de forma tal que la flexión que supone recoger una pelota del suelo resulta tan dolorosa que prefiero propinarle un puntapié y recogerla cuando vuelve botando. Como decía aquel, «¡qué hondo está el suelo!». Y si después del partido no voy raudo a la ducha caliente y me enfrío un poco, la operación «Subida al coche» es digna de un documental de la 2. Cuando bajo, procuro que no haya espectadores, porque la secuencia australophitecus – homo habilis – homo erectus es un tanto patética, porque no es todo lo rápida que uno desearía.
A pesar de eso, llegar al medio siglo hoy, no es como antaño. Nuestros abuelos, con 50 años, parecían como los de hoy con 70 años o más. Nuestra forma de vida, la alimentación (pese a lo denostada que está), la educación, la tecnología, el trabajo y muchos otros aspectos, hacen que no sólo vivamos más, sino que vivamos en mejores condiciones físicas y mentales. Si nos fijamos en el deporte, cada vez hay más competiciones para veteranos, y cada vez son más las personas mayores que participan. O en el aspecto laboral, donde muchas personas optan por seguir trabajando, porque se encuentran plenamente activos a la edad de jubilación.
Muchísimas de las dolencias que sufrimos vienen dadas, precisamente, por un optimismo desbordado sobre nuestras posibilidades físicas. Sentirse joven no es lo mismo que ser joven. A muchos, cuando vamos al médico especialista, nos preguntan: «¿Calienta y estira usted los músculos antes de iniciar una sesión deportiva?», ¿Y después de hacer ejercicio? ¿Se alimenta más o menos bien para hacer deporte? ¿Bebe agua suficiente?…». Si somos sinceros, la mayoría de respuestas son un NO rotundo. Y cuanto más mayores, peor.
Actualmente, un alto porcentaje de visitas al médico están provocadas por la práctica deportiva. El deporte es muy bueno, pero practicarlo mal es peor que no hacerlo. Pero somos muy dejados, en ese aspecto. Muy vagos. Nos cuesta dedicar unos minutos a calentar antes de hacer cualquier deporte, a estirar al terminarlo, a hidratarnos correctamente… Es como si todo eso fuese secundario y, en realidad, es de suma importancia para poder disfrutar de la práctica deportiva. En calidad, y en cantidad de tiempo, porque podremos realizarla durante más años en buenas condiciones.
Si para las personas jóvenes es imprescindible cuidar estos aspectos, no digamos para las personas más mayores. Sin embargo, preferimos apoyarnos más en el médico o en el fisioterapeuta cuando llegan las lesiones, como si fuesen irremediables. Por eso, no es mala idea empezar a hacer deporte con la ayuda de profesionales, porque nos pueden ayudar en la técnica, pero también en todo aquello que tiene que ver con la salud deportiva, corrigiendo esas malas prácticas que harán que siempre tengamos más papeletas para que seamos agraciados con una lesión.
En fín, dedicado a quienes tras un partido nos dedicamos a hablar de lo que nos duele mientras nos tomamos unas cervezas… ¿O tampoco está bien tomar cervezas después de hacer deporte…?
¡Por ahí no paso!