Artículo de Opinión / José Sánchez Amorós |
Ayer, en la Procesión del Niño Jesús, la Campana Gorda dio más volteretas que la niña Comaneci (como se escriba), en la estera de su gimnasio. Al final de la Procesión, como en una mascletá, cogió tal velocidad de vuelo, intensidad, ferocidad, que el hecho de no acabar en el tejao de la casa aledaña y el badajo en el de los Rodes es un verdadero milagro. Dirán que eso es alegría.
Esta Campana Gorda se voltea tantas veces y tan estúpidamente, que si se siguiera la Consueta del Miguelete de Valencia (Micalet), que recoge las normas de los volteos de aquel inmenso campanario, supondría excomunión de los que se exceden en volteos innecesarios, porque una campana gorda se reserva exclusivamente para festividades extraordinarias. De lo contrario es hastío y dolor de oídos. Se recomienda mesura en la duración de los volteos de las campanas, porque de lo contrario se convierten en un tormento para cualquier vecino que resida en las proximidades y mantenga su sensibilidad en buen estado.
Pues en Caudete, eso no, esa Campana Gorda voltea hasta para anunciar que un camión ha llegao a Caudete para vender melones ecológicos, a tres el euro.
Se toca en las vísperas de ciertas Festividades a las 8 de la mañana, tres tiradas hasta las 8 y media, al mediodía otras tres y finalmente a Misa de la tarde otras tres. No tiene ningún sentido, la iglesia sólo permanece abierta durante la hora de la Misa. ¿Se puede saber a qué obedecen esos volteos? Posteriormente, en el día de la Festividad, hace dos tiradas de tres para la Misa de doce y también para la de la tarde. Con esto se produce el absurdo que ejecuta una sesión más, los tres volteos matutinos el día de la Víspera, será, se supone, para despertar a los que, afectados de insomnio, se duermen a las 7 de la mañana…
Hay otras fuentes de tormento sonoro por todo el pueblo, para ejemplo sirvan ciertos bares de la calle del Molino, no todos, hay pues uno que se salva, se halla en la confluencia de dicha calle con la de la Huerta, por lo que aún hay gente con cordura. Esto es como en el santo relato bíblico de Lot y su familia.
Y más por todo el recinto urbano. El ruido es la fuente más perversa de contaminación, es suciedad no palpable, no visible. Como los virus. Según la Agenda 2030, parece ser que el ruido ya no es considerado pernicioso, porque si vivimos para entonces seremos todos robots controlados por un mando a distancia del poder, sin religión y autómatas.
Este Ayuntamiento, como el de Barcelona, que es el que mejor conozco, ha perdido toda sensatez. La hermosa Ciudad Condal, fue en otros tiempos un ejemplo de civismo. Actualmente y gracias a una Alcaldesa infumable y todo su séquito borreguil, hay barrios de Barcelona que se han convertido en auténtica podredumbre de malvivir, a causa de botellones incontrolados y otras miserias, okupas que son ruidosos hasta hacer la vida imposible a personas respetuosas, etc.
No obstante, al ser una ciudad tan grande, es imposible controlar todo, siempre ha habido una parte muy buena y otra muy mala. Esta última es en la actualidad, con el consentimiento del Ayuntamiento, la que prevalece, porque el civismo es discreto.
A todo aquel desbarajuste se le une un movimiento independentista y anárquico que hace mucho ruido y obtendrá pocas nueces, y huecas, así lo deseo, para el bien y la convivencia de la ciudad que tanto he amado, sí mi Ciudad amante, a veces puta y siempre embaucadora. Te absorbe en su vorágine sensual, también en sus momentos de calma, y se te apodera para siempre. Y esa es mi suerte.
José Sánchez Amorós