Cristina Azorín, María Gracia Parra y Leo Maciá emprendieron hace unos días una aventura muy especial, en la que una parte era puramente deportiva y otra puramente solidaria, aunque quizás, al final, todo quedó íntimamente entrelazado…
Nuestras tres paisanas decidieron participar en el Sahara Marathon, una prueba que está a punto de cumplir 20 años de existencia y que nació con el mismo objetivo que mantiene hoy en día: luchar contra el olvido de un pueblo que fue colonia española y que después quedó a merced de Marruecos, convirtiéndose en una zona del mundo olvidada por casi todos. El pueblo saharaui vive en grandes asentamientos gracias a su trabajo, su fortaleza y la ayuda internacional, pero no ceja en su empeño de conseguir algún día el reconocimiento del mundo a su causa.
María Gracia, Leo y Cristina corrieron el maratón y consiguieron excelentes resultados, pero lo más importante para ellas es la parte de confraternidad con los saharauis que les ha permitido esta aventura. Están colaborando con ellos, conociéndolos y dándolos a conocer… Nos dicen desde allí que son hospitalarios y que están acostumbrados a no tener nada, por lo que lo comparten todo. Las casas están siempre abiertas, y todos entran y salen de ellas como si fuesen una misma familia. Yo recuerdo que hace muchos años pasaba aquí algo parecido: las puertas de las casas de mis abuelos estaban siempre abiertas, como las de tantos otros, y entraban los vecinos como si fuese su propia casa. Y viceversa. Ay, cuántas cosas hemos ido perdiendo por este camino de la modernidad…
La miseria y la pobreza son muy pronunciadas allí, pero son personas cultas, educadas y respetuosas. El deseo de los jóvenes es estudiar y salir de allí, pero con el objetivo de poder trabajar y ayudar así a sus familias. Saben que solo así pueden ser útiles y ayudar a su pueblo.
Leo nos cuenta: «Viven en un llamativo caos urbanístico que asombra. Este campamento tiene 40.000 personas, es de una extensión inimaginable… Es un aparente desorden que ordenan en wilayas, dairas y barrios, donde hay una alcaldesa o responsable por cada una. Todas mujeres. Por historia, el hombre ha estado luchando en la guerrilla, y ahora buscando trabajo en otros países. La mujer ha construido las redes sociales, políticas y organizativas. Todo es obra de la mujer.»
Estos días celebran el Día de la República Árabe Saharaui Democrática, y es festivo. Realizan actos de exaltación del derecho a la autodeterminación, con el presidente de la república, Brahemgali. Hacen desfiles en los que participan todos: niños vestidos de militares, los colegios uniformados, mujeres de los talleres de costura, equipos de fútbol, baloncesto… Reafirman así su identidad y su historia.
Pero el futuro del pueblo saharaui es incierto. La ONU se ocupa de asistirlos, pero el problema político está enquistado desde hace décadas. Marruecos, mientras tanto, ha estado introduciendo a ciudadanos marroquíes en el territorio hasta hacer que los saharauis fuesen una minoría discriminada en su propia tierra.
Desde finales del siglo XIX, el Sahara Occidental fue un protectorado español, dividido en dos provincias: Saguia el Hamra, al norte, y Río de Oro, al sur. El llamado Sahara Español, sin embargo, empezó a gestarse mucho antes, ya que en 1509 se legitima el derecho de España a ocupar una franja de Marruecos tras un acuerdo con Portugal. Posteriormente, en 1886, la Sociedad Geográfica Española organiza una expedición a la zona de Adran Temar, que concluye con un acuerdo con el sultán, que reconoce la soberanía española sobre la región del Río de Oro. Comienza entonces la colonización a base de acuerdos concretos con los líderes locales.
En 1957, el Sahara pasa a ser provincia del protectorado español. Pero como España había ingresado en la ONU dos años antes, estaba obligada a iniciar el proceso descolonizador. Además, el Frente de Liberación del Sahara inició sus ataques a las tropas españolas. En ese periodo, tiene lugar la silenciada Guerra de Ifni entre España y Marruecos.
En 1967, la ONU pide a España que autorice un referendum de autodeterminación en el Sahara. Primero se acepta la petición, luego se pospone, y en 1973 España acepta finalmente la celebración de la consulta, y anuncia que tendrá lugar en el primer semestre de 1975.
Sin embargo, en un contexto internacional muy complicado, y con Franco agonizando, Marruecos se adelanta y ocupa, con la llamada Marcha Verde, en la que intervienen más de 350.000 personas, parte de los territorios del Sahara Español. Así las cosas, el 26 de febrero de 1976 España abandona el Sahara y da por terminada la ocupación del territorio, pero sin concluir el proceso realmente, lo que favorece los intereses de Marruecos. Aunque España pide que para que se haga oficial el proceso de descolonización se reconozca el derecho de los saharauis a celebrar un referendum, al día siguiente Marruecos y Mauritania anunciaban unilateralmente que habían decidido anexionarse el Sahara Occidental, algo que aceptan varios países, lo que descoloca a la comunidad internacional.
El Frente Polisario proclamó entonces la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Pero, a partir de ahí, Marruecos ocupó sin miramientos el territorio saharaui, iniciando una guerra contra el Frente Polisario, al que atacó de forma sistemática, y realizando los tristemente famosos bombardeos con fósforo blanco sobre la población saharaui. El mundo decidió «no entrometerse» y dejó de mirar al Sahara… Ojos que no ven, corazón que no sufre.
Hasta el día de hoy, los procesos iniciados por la ONU para realizar un referendum y normalizar la situación, han fracasado una y otra vez. Marruecos argumenta que el territorio le pertenece, y que antes de la ocupación española había vínculos religiosos entre las tribus que allí habitaban y el país marroquí, pero los saharauis lo niegan.
Lo cierto es que, para muchos, España traicionó a los saharauis al entregar, en la práctica, el territorio a Marruecos…
En fin, los párrafos anteriores son un brevísimo resumen de la convulsa historia del Sahara Occidental. Faltan multitud de acontecimientos y de matices, pero supongo que puede servir de orientación al lector. Pido disculpas de antemano por si existe algún error en este extracto histórico.
Por último, deseo mucho ánimo a nuestras paisanas, y quiero darles mi enhorabuena por la iniciativa de colaborar con los saharauis, y ayudar así a visualizar un poco más su situación…
Caudete Digital