Hay días en que todo se junta. A veces, coincide lo bueno. Y, en ocasiones como ésta, lo malo viene a concentrarse en un corto espacio de tiempo.
El domingo 24 de junio volvió a ser un día marcado en Caudete por el vandalismo y la inseguridad ciudadana. Además, Sergio, un chico de nuestro pueblo con síndrome de Down, desapareció el día anterior, y el domingo continúa su búsqueda por Enguera y alrededores.
El viernes pasado, 22 de junio, detuvieron a dos delincuentes habituales cuando trataban de robar un vehículo en Caudete. Tal y como fueron puestos a disposición judicial, fueron puestos en libertad. Al día siguiente, el mismo individuo roba un BMW y termina estrellándose contra una vivienda a gran velocidad. En su recorrido, sólo la fortuna evita una desgracia mayor. Y el sujeto vuelve a ser detenido. ¿Entrará en prisión…? Y si lo hace, ¿hasta cuando?
Pero la cosa no ha quedado aquí. Varios vehículos más han sido forzados, y los contenedores han sido de nuevo el objetivo de los delincuentes. Han ardido varios en el Camino de Villena y en Dos de Mayo. Todo parece obedecer a una acción coordinada para sembrar el caos en la misma noche.
Si yo fuese policía o guardia civil, tendría un constante sentimiento de frustración. ¿Para qué jugarse la vida en muchas ocasiones, si el esfuerzo no sirve para nada?
¿Qué tipo de sistema judicial tenemos, que es tan letalmente permisivo, y que en su afán de reinserción aplasta y martiriza a quienes cumplen las leyes? La pregunta es, ¿realmente tenemos leyes que nos protejan de la delincuencia, o tenemos leyes para fomentarla? ¿La Ley del Menor tiene algún punto que proteja la vida o los bienes de los ciudadanos, o sólo busca la protección de asesinos y delincuentes que en su DNI no marca una determinada fecha?
Esta situación, cuando se recrudece, como es el caso de Caudete, provoca sentimientos muy peligrosos. Porque las personas tienen la sensación de que sólo tomarse la justicia por su mano puede ser la solución. Y sabemos fehacientemente que no lo es, pero se empieza a asumir como inevitable. Las víctimas ya no hablan de justicia, sino de venganza. Y eso es, como digo, muy peligroso.
Si quienes cometen delitos de cierto calado entrasen en prisión, como parece lo lógico, por un lado nos libraría de su presencia por un tiempo, y el delincuente se lo pensaría mejor a la hora de cometer sus fechorías. Pero la sensación de impunidad es casi total, y el ciudadano queda expuesto a casi todo.
¿La solución es traer más guardias civiles, o más policías? ¿Hasta cuántos…? ¿La culpa es del Ayuntamiento, del alcalde, de los concejales…? Políticamente, la inseguridad ciudadana es un arma muy golosa, y resulta fácil culpar de todo al que gobierna. Desde luego, su parte de responsabilidad tienen, y es ineludible, pero yo, sinceramente, dudo que traer más agentes sea la solución mientras tengamos un sistema que permita que conforme sea detenido un delincuente, sea puesto en libertad. Y es que el problema no es detenerlos, sino mantenerlos en el lugar que merecen.
Y esa maldita Ley del Menor… ¡Cuánto daño nos hace a diario! Hay muchos menores que no sabrán de matemáticas, pero se saben esa ley mejor que el juez. Y se permiten reirse de todos, autoridades incluídas. Pero claro, nadie quiere quedar «mal» proponiendo medidas más contundentes, porque recordemos que vivimos en el país más «bueno» del mundo… ¡Y así nos va!
Pero si me lo permitís, ahora, en este momento, la prioridad es encontrar sano y salvo a Sergio. Nuestro paisano pasaba el fin de semana en un camping, y se ha desplegado un gran dispositivo de búsqueda para localizarlo. Ojalá aparezca rápido, y que se encuentre bien, un deseo, estoy seguro, que sí es compartido por todos, sin excepción…
Nota.- A las 16:30 horas de hoy ha aparecido el cuerpo de Sergio… No ha podido ser. Un fuerte abrazo a sus familiares. DEP