¡Válgame Dios! No teníamos bastante con el – la, los – las, ellos y ellas, compañeros y compañeras, y demás estupideces lingüisticas que han conseguido degenerar el castellano con la excusa de una igualdad de género muy mal interpretada, que ahora también vamos a eliminar de las bibliotecas todas aquellas obras que contengan machismo… ¿Y por qué no todas las que contengan guerra? ¿O las que contengan odio? ¿O las que sean de derechas, o de izquierdas…? ¿Estamos tontos, quizás…?
Es probable que quienes hacen esa crítica sobre el Tenorio y llegan a la conclusión de que no hay que ponerlo en escena, necesiten leer más. La cultura siempre viene bien, y leer es la gran fuente de conocimientos. Pero claro, no hay que leer siempre el mismo libro, o el mismo panfleto; conviene ser variados en la lectura para descubrir que hay mucho por conocer, por disfrutar, por explorar. Tener una mínima cultura supone también saber discernir entre el arte y la chabacanería, y distinguir cuándo se está viendo una obra de teatro, y cuándo te están insultando.
Disparates de este tipo abundan, no os vayáis a creer. En aras de conseguir una igualdad de género a marchas forzadas, hace años se pusieron de moda, como ya he nombrado, consignas muy concretas para dejar claro que el que habla no es un machista. Ahora ya nos hemos acostumbrado a hablar mal, y es difícil que volvamos a lo correcto. Pero, sin embargo, persisten salarios más bajos para las mujeres, persiste la violencia de género, las muertes de mujeres a manos de parejas o exparejas,… con la diferencia de que nos hemos radicalizado en lo absurdo.
Como dice Doña Inés:
- «Sólo en la vida más pura
- los justos comprenderán
- a Don Juan
- al pie de la sepultura»