Recojo una de las acepciones, la más simple, con que el diccionario expone el vocablo «Economía»: «Administración eficaz y razonable de los bienes». A continuación, trataré de exponer la mía, actualizándola en contemporizarla con los tiempos que padecemos: es una ciencia social que, en estos tiempos, exige una autoridad superior por encima de las decisiones políticas. Dice prometer unos buenos resultados si sus mandatos están muy por encima del personal político elegido por la ciudadanía. Queda claro, no…
Hace algún tiempo, era el poder político el que marcaba el camino a seguir a la economía. Hace poco tiempo, quizás desde el tratado de Maastricht, que supuso una segunda constitución española, la economía le ha dado vacaciones forzosas al poder ejecutivo. Ya casi no se habla de democracia, tan sólo se menciona la palabra «mercado»; palabra que se usa cada vez con más énfasis. Hay una palabra que hay que mantener a rajatabla en los mercados: «credibilidad». En un principio, pudiera parecer que dichos mercados castigarían a los países deudores; pues no es así, benditos lectores, los sancionan porque esos países no crecen, económicamente hablando. El referente de cualquier crisis es la economía y acto seguido de «recortes», éstos, siempre sociales y mande quien mande.
Los economistas que apoyan de manera ferviente el mercado libre le piden al Estado que les proteja con leyes antimonopolios para que ellos exploten a sus víctimas sin regulaciones públicas ni policía económica; mercados actuales como: los bancos centrales, los tribunales de la competencia y la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Es tan poderoso el poder económico que, en el año 1994, Hans Tietmeyer, presidente del Banco Nacional de Alemania dijo: «Los políticos debían acatar los dictados del mercado». Friedich Von Hayek, prestigioso economista aseveró: «Los entes estatales deberían limitarse a obedecer a los economistas, aunque conservando la responsabilidad sobre los asuntos internos». Por último, en el año 2015, el Ministro de Economía de Alemania le dijo a su homólogo griego Varoufakis: «La democracia no podía imponerse a la economía». El lamentable desenlace final griego seguro que lo lamentan ustedes.
La economía española es una bancocracia absoluta donde el dinero es el único medio de adquirir un bien y es, per se un bien, una mercancía para los mercados. Y esos objetos de los que se apropia son objetos con valores restringidos y productivos.
La economía de carácter neoliberal ha conseguido con la globalización la plenitud de sus deseos. Ha logrado diluir lo público de lo colectivo. Unifica el tipo de economía de los países, aunque éstos sean de diferentes signos políticos. Aquí, en España, el término globalización viene, tan solo, camuflado y asociado a: viajes y estudios en el extranjero.
Existen cosas curiosas con relación a la economía. Una de ellas viene a decir que no existe ningún problema en un país con un paro del 20% durante seis meses; pero, en cambio, es imposible tener una inflación del 10% durante tres años. Otra paradoja: los índices de la Bolsa suben cuando se prevén despidos masivos y, por el contrario, bajan cuando hay aumentos salariales. Por último, los grandes capitales no encuentran beneficios en la inversión en la industria; invierten en finanzas que culminan en indeseables burbujas económicas.
Escribamos sobre la odiosa Deuda Pública. La emiten los gobiernos cuando se ven forzados a tener liquidez al haber rebajado los impuestos a los ricos; por el motivo de haber privatizado parte del sector público y mirar de soslayo los paraísos fiscales.
Turno ahora para el Producto Interior Bruto. Que es la suma del consumo, la inversión, el gasto público y las exportaciones. La sociedad no progresa con un PIB más alto, te señala como va la economía y lo que se gana, pero no como se reparte. Puede bajar el PIB si se reparte de manera justa la riqueza. Como decía el imprescindible señor Anguita, don Julio: «Se puede crecer, vía PIB, produciendo bienes industriales, productos agrícolas, servicios médicos, armamento, drogas, o prostitución. No se puede ser español para cobrar dividendos y de las Islas Caimán para pagar impuestos».
Escribamos sobre el Banco Central Europeo. Los que mandan en este banco se sienten como muy por encima del bien y del mal, de los de arriba y de los de abajo, de las izquierdas y de las derechas. Y, sobre todo, por encima de la gente corriente.
Hoy en día, sobrevivimos en un presente en el que la perversidad se encuentra en un maldito equilibrio entre la salud y la economía. Nuestros infames políticos obvian que sin la necesaria salud no hay nada. Finalizaré este escrito con una frase bastante determinante y muy lamentable: Los imperativos económicos son… ¡imperativos!
En 1993 y dentro del disco «Nadie es perfecto» el señor Serrat, don Joan Manuel compuso la canción «Mensajes de amor de curso legal». Nos muestra un cambio de roles hombre-mujer, don ésta, vive la cultura neoliberal de la riqueza.
Queriéndola de verdad
como la quiero
puse mi vida a sus pies
y me rendí…
Pero no quiso mi vida
sólo me pidió dinero,
dinero,
para irse más lejos de mí…
Queriéndola de verdad
como la quiero,
bregaré de sol a sol
con frenesí…
Y vaciaré mis bolsillos
para mandarle dinero,
dinero,
para irse más lejos de mí…
Uno por uno,
cada billete
que ganaré,
devotamente
por las dos caras
los besaré
y así cuando le lleguen
noticias mías
se juntarán mis besos de amor
con sus besos de alegría….
Ay, dinero, dinero, dinero,
dinero vil metal…
Mensajes de amor de curso legal…
Queriéndola de verdad
como la quiero
cuanto más dinero mande, más
se alejará de aquí…
¿Qué tal si voy a buscarla
disfrazado de dinero,
dinero,
y los dos juntos huimos de mí?…
Dinero, dinero, dinero,
dinero, vil metal…
Mensajes de amor de curso legal
NOTA POSTERIOR: Con este escrito me despido de ustedes hasta la finalización del verano. Obligado, de corazón, estoy en mostrarles mi agradecimiento por la atención que hayan dedicado en la lectura de estos artículos, aunque, legítimamente, no estén en sintonía con su contenido. A las personas que emplean parte de su tiempo en mantener activa la web Caudete Digital les agradezco el trato recibido junto a la opción que me ha permitido publicar mis pensamientos con la necesaria libertad de expresión.