Ahora que el culebrón político del verano ha sido suspendido temporalmente, con la incertidumbre de si en septiembre se podrá formar gobierno o se producirá una nueva convocatoria electoral, nos damos de bruces con otro culebrón, en este caso deportivo, que a los políticos les viene muy bien para tener entretenido al personal mientras disfrutan de “unas más” de sus irrenunciables vacaciones: el caso Neymar.
Voy a aprovechar yo también ese “vacío político” para opinar sobre de lo que viene ocurriendo con las especulaciones acerca del futuro deportivo inmediato del jugador que nos ocupa.
El culebrón se inicia porque Neymar manifiesta su deseo de salir del Paris Saint Germain, equipo en el que ve que durante dos años no ha cuajado (lesiones propias incluidas) su deseo de ganar la Champions League y por ende sus posibilidades de ganar el Balón de Oro. Ahora bien, a pesar de dimes y diretes de unos y otros, el jugador nunca ha manifestado públicamente que su deseo sea volver al Barcelona F.C. En todo caso, desde el entorno del club catalán lo que se decía es que tenía que pedir perdón por su marcha, rebajarse la ficha que cobra en el PSG y retirar una demanda que tiene interpuesta al Barcelona por un buen puñado de millones.
Ahora bien, Messi, que es más listo que los ratones colorados, sabe que a su edad y a su alrededor, comparados con él, no tiene más que destripaterrones o todo lo más algún perito agrícola. Por tanto, considera que la clase y titulación de ingeniero agrónomo de Neymar es lo que él necesita a su lado para asegurarse seguir consiguiendo títulos internacionales. Aunque sea para aprovechar la ayuda de Neymar en sólo media docena de partidos al año en los que tiene que aparecer la genialidad.
En consecuencia, Messi pide a la directiva blaugrana que intenten “repatriar” a Neymar al coste que sea, y como en “can Barça” saben que si Messi se enfada tiemblan los cimientos del Camp Nou, pues la directiva no tiene más remedio que ponerse manos a la obra, cuando verdaderamente piensan que con la plantilla reforzada como la tienen pueden volver a ganar todos los títulos en juego. Pero Messi piensa que no es así y enojado, le temen más que a un nublado.
Pero hete aquí que en el horizonte de las pretensiones barcelonistas aparecen dos cruceros acorazados con los que no se contaba: las exigencias económicas del PSG (con las arcas del Barça vacías) y el acecho del Real Madrid por un jugador que ya tuvo entre los dedos y que sigue siendo el sueño dorado de su presidente.
En este juego a tres, por desavenencias entre Barça y PSG, éste le concede al Real Madrid poco más o menos que un derecho de tanteo acerca de poder igualar o superar la oferta que haga el Barcelona con lo que éste no tiene más remedio que estar jugando al “siete y medio” pero apostando sólo unos pocos euros y el resto garbanzos, siempre con la amenaza de no pasarse… y de Messi.
Mientras tanto, el tercer jugador sigue con interés la jugada sabiendo que el fichaje de Neymar le puede caer como fruta madura y que éste sí que haría mejor a todos sus destripaterrones como chispa que encendiera la pólvora mojada que el Real Madrid ha mostrado esta pretemporada y no digamos la temporada pasada.
Hasta aquí, así está el asunto. Mi opinión es que Florentino Pérez (el que más sabe de poner cepos a ratones colorados) no puede desaprovechar esta oportunidad de igualarse en “craks” con el Barcelona y éste, a día de hoy, ya pagaría algo, no para tenerle, sino simplemente para que Neymar no recalara en el Santiago Bernabéu.
Gaspar Albertos