De vez en cuando, se ponen en marcha iniciativas para fomentar actitudes medioambientales y sensibilizar al personal con respecto a nuestro entorno natural.
Veo que ahora se ha organizado otra de estas iniciativas por parte de nuestro Ayuntamiento, algo que siempre es de agradecer, pero que, quizás, sería conveniente realizar más a menudo. Y la razón es que nos cuesta mucho, pero mucho, concienciarnos de que el Medio Ambiente es algo más que ver los documentales de la 2.
Al que le guste andar, o correr, o salir en bicicleta, habrá podido comprobar que hay muchos puntos en nuestra población que necesitan de una limpieza más que urgente. Y no siempre somos los caudetanos los responsables; véanse, si no, las orillas de la carretera de circunvalación, donde hay zonas donde se acumula bastante basura. Parece mentira que la gente pueda tirar, sin pudor alguno, tal cantidad de mierda. Con perdón.
Y al hilo de «eso», es cierto, tal y como leía ayer por las redes sociales, que el problema de las cacas de los perros sigue sin resolverse. Posiblemente, porque sanciones hay pocas, y ya se sabe que lo único que nos hace reaccionar es el bolsillo. De todas formas, no debe de ser fácil para un policía detectar al infractor con las manos en la masa… Y es que en este tema entra en juego, fundamentalmente, la educación y el respeto de las personas, algo en lo que no siempre es posible confiar. A los hechos me remito.
La conciencia medioambiental es una obligación para todos, porque todos compartimos el mismo espacio, un mismo entorno en el que está el natural, pero también el urbano, que también debemos respetar. No ensuciar nuestras calles, cuidar del mobiliario urbano, aparcar correctamente, evitar la contaminación acústica o de cualquier otro tipo, respetar a los animales o construir adecuadamente, son cosas que no cuestan tanto y que mejoran notablemente el medio en el que vivimos.
Por supuesto, en el campo hay que mostrar esa misma actitud, aunque nadie nos vea. Arrojar basuras en el campo supone un acto que, a la vez que incívico, es peligroso. Los restos con latas de aluminio o cristal pueden provocar incendios, y más en el tiempo que entramos, con calor. Algunas basuras que se arrojan alegremente también pueden ser nocivas para los animales, domésticos o no, incluso a la vegetación circundante.
Pero si algo clama al cielo en nuestra relación con el medio natural, es el abandono de animales cuando nos cansamos de ellos. En 2015, el abandono animal pasó de considerarse una falta a ser delito. Aún así, son miles los animales que se abandonan cada año, y es en la época de vacaciones, como la que se avecina, cuando se dispara la cifra. Navidad es una época muy dada a recibir mascotas en casa, pero en vacaciones se convierten en un obstáculo para aquellos que no son capaces de gestionar la vida de sus mascotas, abandonándolas a su suerte y provocando, en muchas ocasiones, accidentes en la carretera.
Por eso, bienvenida sea esta nueva iniciativa medioambiental, que ojalá sirva para que mejoremos un poco más nuestro respeto por la Naturaleza.