Contaba el otro día una señora que su hija se colocó un feo piercing en la nariz, plenamente consciente del disgusto que eso iba a provocar a su madre. La mami, sin embargo, hizo de tripas corazón, y cuando apareció la hija con su nuevo aspecto, ni se inmutó. Incluso la felicitó, y ya no volvió a mencionar nada sobre el engendro que llevaba en su nariz. Dos semanas después, la hija se lo quitó, tras confesar a sus amigas, ¿qué sentido tiene llevarlo, si mi madre no se horroriza?
Esa mentalidad tan infantil, tan básica, la muestran también algunos sectores de nuestra sociedad. A muchos les ha dado ahora por llamar la atención como niños de tres años, pataleando, llorando, rompiendo fotos del rey, quemando ejemplares de la Constitución, diciendo disparates,… Otros van a trabajar en días de fiesta para «fastidiar», pero eso está bien: que trabajen un poco más que el resto de los españoles, al final, redunda en un beneficio para todo el país. Seguramente, ni lo han pensado.
Hay un poco de confusión también con los antisistema, los independentistas y otros muchos colectivos radicales. Al final, se confunden unos y otros, porque todos comparten la idea de tratar de hacerse notar mediante la táctica de la chica del piercing. Pero la realidad es que a fuerza de intentar provocar, cada vez son más invisibles. Pocos son ya los que se escandalizan por tanta tontería. Y eso está bien. Como diría Serrat, «cada loco con su tema».
El problema está en que algunos jueces y políticos se ven en la obligación de «adaptarse» a esta supuesta «nueva» sociedad. Y eso sí que es un error monumental, porque yo no veo cambio alguno, ni tampoco una nueva sociedad, salvo el interés de algunos en destruir todo el sistema democrático, social y económico de este país a cambio de ninguna alternativa. Sólo veo que hay mucho gañán que antes no se atrevía a hacer ciertas cosas y que ahora ha visto que no pasa nada por hacerlas. Eso no es modernidad, es pura imbecilidad.
Respeto a quienes quieren implantar una república, a los que aspiran a un estado comunista, a los que sueñan con Le Pen,… Cada cual puede tener las ideas que quiera, pero no puedo entender a los que quieren arrasar con todo por el mero hecho de hacerlo. ¿Con qué sueña un antisistema? Tampoco soporto a los que tratan de imponer sus ideas por la fuerza, a los que esgrimen banderas de libertad y a la vez defienden dictaduras, a los que se autoproclaman poseedores de la verdad y luego mienten más que hablan.
Tampoco soporto a los que están en contra de las leyes, pero exigen su cumplimiento cuando les interesa. Es decir, no soporto a los que sólo aceptan sus propias leyes, las que les conviene en cada momento. Pura dictadura. Amantes de la guillotina, si los dejaran.
Evolucionar es mejorar. En España pensamos que hemos evolucionado en los últimos años. Yo, sinceramente, creo que eso es mucho decir.