Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), dice que hay que erradicar el piropo de la sociedad española, ya que se trata de una «invasión de la intimidad de las mujeres.»
Ya hacía tiempo que no escuchaba cosas de este tipo, es decir, polemizar sobre cuestiones que a priori no son polémicas, ni que generan alarma alguna. Y es que en vez de explicar los motivos del aumento de los asesinatos machistas, o el aumento de las falsas denuncias, parece más fácil y menos espinoso poner el acento en algo tan banal como el piropo como "expresión machista" causante de tantos males…
En primer lugar, yo distinguiría entre el piropo y la burrada. Es cierto que está mucho más extendida la segunda, asociada a la pésima educación de la que se suele hacer gala en estos tiempos, pero no por ello vamos a demonizar algo bonito como puede ser el halago o el piropo, tanto a hombres como a mujeres. De ser así, entraríamos en una dinámica absurda y ridícula, como cuando se hace uso de ese famoso "los y las" indiscriminado, muestra de una profunda incultura y poco conocimiento de nuestro lenguaje. Por ejemplo, ciudadanos somos todos, no hace falta especificar ciudadanos y ciudadanas, algo absolutamente común hoy en día en multitud de ámbitos. Esto llevo comentándolo desde hace veinte años, y cada vez se refuerza más este mal uso de nuestro idioma, que llevó al extremo más demencial el lehendakari Ibarretxe, quien a veces era incapaz de acabar sus discursos, perdido entre todos sus masculinos y femeninos, incluso inventados por él. Por si a alguien le interesa, queda perfectamente explicado por la Real Academia de la Lengua (http://www.rae.es/consultas/los-ciudadanos-y-las-ciudadanas-los-ninos-y-las-ninas)
Volviendo al piropo, yo no lo erradicaría, sino que lo potenciaría como una expresión positiva hacia los demás. Dicho en el contexto adecuado y con la educación que merece el receptor, un piropo puede ser una fuente de autoestima, de optimismo, incluso de cariño o buenos sentimientos. No tiene por qué estar relacionado exclusivamente con el aspecto físico, sino que se piropea también la inteligencia, la habilidad, o cualquier aspecto destacable de una persona. El mal piropo, la chabacanería, en definitiva, la burrada, sí que es algo a erradicar, porque no es sino una muestra de mala educación comparable a un insulto.
En estos tiempos en los que la humillación y la insolencia campan a sus anchas, un piropo es un bálsamo y un punto de alegría en nuestra sociedad. No es fácil decir un piropo como Dios manda, pero es una muestra de que aún somos capaces de transmitir algo bueno hacia los demás.