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‘Ermita de San Antón: las claves ocultas’, un interesante trabajo de investigación histórica de Manuel Beltrán

Manuel Beltrán, Arquitecto Técnico y Catedrático de Dibujo jubilado, ha escrito un interesante trabajo de investigación histórica que ha titulado ‘Ermita de San Antón: las claves ocultas’.

Este trabajo lo desarrolla a partir del descubrimiento que hace de un símbolo muy concreto que se encuentra situado sobre la visera del pequeño púlpito de la ermita de San Antón de Caudete: la Cruz de Tau, o Cruz de San Antón.

Según escribe Manuel, «Este signo (también llamado Cruz de Tau o Cruz de San Antón), de fuerte componente esotérico, ha sido utilizado desde tiempos muy remotos, apareciendo ya en la mitología egipcia, maya, etc., siendo adoptado por los primeros cristianos (ya que, según muchos autores, representa la forma real de la cruz de Cristo), por la masonería, por órdenes militares como la de los Templarios o por congregaciones religiosas como los Antonianos o los Franciscanos, siendo los Antonianos los que realmente interesan para este estudio.»

El trabajo completo se puede leer a continuación.


ERMITA DE SAN ANTÓN: LAS CLAVES OCULTAS

En una de las pocas ocasiones en las que pude encontrar abierta la ermita de San Antón, mientras paseaba por la zona, decidí acceder a la misma  y contemplar las obras de rehabilitación que se habían llevado a cabo.

Pronto mi  vista fue atraída por un elemento que me llamó poderosamente la atención. Se trataba de un símbolo situado tanto sobre el tornavoz o visera que cubre el pequeño púlpito de la iglesia como sobre el remate superior del retablo situado tras el altar  y que representa la letra griega T (Tau), aunque ligeramente deformada.

Este signo (también llamado Cruz de Tau o Cruz de San Antón), de fuerte componente esotérico, ha sido utilizado desde tiempos muy remotos, apareciendo ya en la mitología egipcia, maya, etc., siendo adoptado por los primeros cristianos (ya que según muchos autores representa la forma real de la cruz de Cristo), por la masonería, por órdenes militares como la de los Templarios o por congregaciones religiosas como los Antonianos o los Franciscanos, siendo los Antonianos los que realmente interesan para este estudio.

Los Hermanos Hospitalarios de San Antonio, también conocidos como Orden de San Antonio o Antonianos, fueron una congregación católica fundada hacia 1095, con el propósito de cuidar de aquellos que sufrían la enfermedad del ergotismo, muy común en aquella época. La orden se extendió por Francia, España, Italia y Alemania, fundamentalmente, llegando a alcanzar tal importancia que en Roma era la encargada de cuidar de la salud del Papa.

El ergotismo, denominado coloquialmente como «fiebre de San Antonio», «fuego de San Antonio» o «fuego del infierno», lo producía el consumo prolongado de pan de centeno contaminado por el hongo cornezuelo (Claviceps purpurea), aunque también se podían producir intoxicaciones consumiendo pan de avena, trigo o cebada. Los efectos de este envenenamiento producían necrosis de los tejidos y la aparición de gangrena en las extremidades. Aunque muchas víctimas lograban sobrevivir quedaban mutiladas, pudiendo llegar a perder todos sus miembros. En las mujeres embarazadas producía invariablemente el aborto.

El ergotismo se documenta por primera vez en una tabla de arcilla asiria datada del año 600 a.C., que refiere a esta enfermedad como la «pústula nociva en la espiga del grano», aunque de esos conocimientos no se tuvo noticia en Occidente hasta varios siglos más tarde, llegando a ser esas intoxicaciones tan frecuentes en la Edad Media que dio origen a la creación de esta hermandad como queda dicho.

El único remedio conocido en la Edad Media consistía en acudir en peregrinación a Santiago de Compostela, razón por lo que esta orden decidió crear una red de hospitales a lo largo de todas las rutas de peregrinación, comenzando por el hospital del convento de San Antón de Castrojeriz (Burgos), junto al Camino de Santiago, fundado en 1146 por Alfonso VII, pocos años después de la fundación de la orden en Francia, que se convirtió en la sede del Comendador Mayor y Preceptor General de toda Castilla, Andalucía, Granada, Portugal y las Indias Orientales. En estos hospitales se curaba a los enfermos ofreciéndoles pan de trigo candeal, frotando sus heridas con grasa y dándoles a beber vino previamente escanciado sobre la reliquia del santo.

La red de hospitales documentada es escasa  y se refiere siempre a poblaciones importantes, no quedando apenas rastro de la existencia de pequeños albergues en poblaciones menores en las que los peregrinos debían de realizar forzosamente sus descansos, de ahí la importancia del descubrimiento del símbolo de la orden en Caudete.

Es conocido que nuestro pueblo es punto de paso del Camino del Sureste hacia Santiago, igual que del Camino de la Lana, por lo que la curiosidad me obligó a investigar si existía una red de albergues antonianos que coincidiera con el trazado de esas vías y empecé a llevarme sorpresas.

Ciertamente quedé gratamente impresionado al comprobar que existe una ermita en Elda y otra en Villena, dándose la circunstancia en ambas de que no se trata de lugares de culto perdidos en colinas o en campos alejados de las poblaciones, sino que se encuentran en el mismo casco urbano, seguramente coincidiendo con el camino seguido por los peregrinos.

La distancia de Alicante a Elda puede resultar excesiva para una etapa de peregrinación, por lo que debió de existir una ermita intermedia, seguramente en la zona de Orito o de Monforte del Cid, siendo Elda la segunda etapa y Villena la tercera. Estas distancias  podrían considerarse como asumibles en aquella época, teniendo en cuenta que, dado el mal que afectaba a las extremidades de estos peregrinos, difícilmente podrían realizar el camino a pié, sino usando caballerías.

El tramo de Villena a Almansa ya es más largo que los anteriores por lo que tiene sentido realizar una etapa más corta hasta Caudete. Lo que llama la atención es que nuestra ermita no se encuentra en pleno casco urbano, como en los casos anteriores, sino en las afueras, por lo que es preciso realizar hipótesis sobre el sentido de la elección de ese lugar en concreto y la respuesta creo que se puede encontrar en la pared trasera de la ermita.

Efectivamente al observar el hastial trasero de la ermita resulta llamativo observar una pequeña cruz patriarcal en el vértice superior, casi tapada por la última reforma realizada. Esta cruz empleada como signo distintivo de arzobispos y patriarcas, es una variante de la cruz cristiana, apareciendo en escudos y banderas de distintos países, siendo también usada por los Caballeros del Santo Sepulcro. Nótese que esta cruz no es igual a la de Caravaca, ya que remata sus brazos en forma de flor de lis, mientras la de Caravaca lo hace mediante un ensanchamiento arqueado.

La presencia de este otro símbolo resulta capital para demostrar la importancia de nuestra ermita, ya que en los libros medievales de peregrinación indicaba el lugar donde se obtenía indulgencia plenaria, en tanto que la cruz latina se usaba para la indulgencia parcial.

Dado que al día de hoy no tenemos constancia documental del papel relevante que pudo jugar nuestra ermita en el mundo de los peregrinos, me vi forzado a estudiar qué aspecto de la misma pudo hacerle tener tal categoría y creo que encontré la solución: si estudiamos la posición geográfica de nuestra ermita resulta que está en el punto intermedio exacto entre Valencia y Caravaca de la Cruz, ya que la distancia entre Valencia y Caravaca es de unos 230 km y nuestro pueblo está a 115 km. No se puede pedir mayor precisión.

Por otra parte se puede constatar que la posición y el tamaño de la cruz hace que los peregrinos que circulan por el Camino de la Lana no tengan apenas visión de la misma, lo que indica que ese símbolo no estaba previsto para ellos, sino para aquellos otros que venían desde Fuente la Higuera en dirección a Caravaca, que la encontraban de frente.

Todo lo anterior indica que la elección de la situación de la ermita no fue aleatoria sino que fue estudiada concienzudamente, al encontrarse en el cruce estratégico del Camino del Sureste o de la Lana en dirección a Almansa con otro camino de peregrinación existente que iría desde Valencia hasta Caravaca, sirviendo la cruz como punto de referencia para el peregrino que andaba en esa dirección.

El hecho de que en Caudete se pudiera alcanzar la indulgencia plenaria, como ocurría en escasos lugares de la cristiandad (Roma, Jerusalén, Santiago, …) puede explicarse porque la Iglesia concedía esa indulgencia en distintos puntos del camino a aquellos peregrinos cuyas fuerzas no les permitían realizar el recorrido completo, por lo que en este caso se podría conceder a aquellos que hubieran realizado al menos la mitad del recorrido, lo que otorga a nuestra ermita una gran relevancia histórica.

Hay que indicar también que al entrar en la ermita se observa que sobre el dintel de la puerta está grabada la fecha de 1800 bajo un pequeño relieve del santo, debiendo considerar que la Orden fue disuelta en España reinando Carlos III por un breve pontificio del Papa Pío VI en 1791, quedando muchas de estas ermitas abandonadas desde entonces y condenadas a su desaparición, aunque en muchos casos se hicieron cargo de las mismas distintas entidades, ayuntamientos o familias.

Ese debió ser nuestro caso, correspondiendo la fecha mencionada, no a la construcción de la iglesia, sino a la fecha de su reforma que, sorprendentemente se hace nueve años después de disuelta la orden, lo que indica que el pueblo de Caudete se negó a quedarse sin el servicio religioso y asistencial que se prestaba en ese lugar.

Esta es la explicación que yo encuentro a la leve modificación realizada sobre el símbolo de la orden, ya que se aprecia que se ha prolongado ligeramente el tramo vertical sobre los brazos de la T, intentando imitar una cruz latina, aunque el tramo añadido no tiene ni el tamaño ni el remate de los otros tres brazos, lo que entiendo que es un acto de rebeldía y terquedad ante la orden de disolución, al mantener la simbología antoniana de la Tau disimulada con ese pequeño trazo para no tener problemas con la iglesia ni con el estado.

Siguiendo con la red de ermitas resulta obligado buscar alguna antes de llegar a Almansa, al ser la distancia desde Caudete muy larga, por lo que pudo existir otra en una zona próxima a lo que hoy son las Casas del Campillo, desde donde se saltaría a la ermita de Almansa que, en este caso, no se localiza en el casco urbano sino 5 km después y en dirección a Alpera, coincidiendo su ubicación con el mismo camino de los peregrinos, aunque de la documentación existente parece deducirse que esa ermita estuvo anteriormente dedicada a la Virgen de Gracia.

En cualquier caso resultaría extraño que la de Almansa se construyera junto al camino de los peregrinos sin tener relación con la atención de los mismos. Más verosímil parece que la actual sea una de las sucesivas reconstrucciones de las que han sido objeto estas iglesias, que en muchos casos pudieron cambiar su advocación al hacerse cargo de ellas otras congregaciones o entidades.

Tras Almansa ya no queda rastro alguno hasta llegar a Chinchilla de Montearagón, donde de nuevo encontramos una ermita de San Antón en pleno casco urbano, aunque la datación de la misma es muy tardía por lo que todo nos hace pensar que se puede tratar de nuevo de una reconstrucción de otro edificio mucho más antiguo.

Hay que hacer notar que el camino que indican estas construcciones parece acomodarse a la variante del Camino de la Lana que transcurre desde Almansa a Higueruela, Hoya Gonzalo y Chinchilla, pudiendo seguirse fácilmente a partir de ahí el rastro de estas construcciones en dirección al norte de España. También en el caso de Caravaca se puede seguir el rastro, encontrando una en Jumilla.

Y termino el seguimiento en Albacete, donde existe ya constancia de la existencia de la orden y de la ermita ya desaparecida, donde quedaron documentados importantes milagros, y que ha dado nombre a la zona que hoy se conoce como Barrio de San Antón.

Dejo para un investigador más sesudo la reconstrucción de toda la red de albergues a nivel nacional que podemos atribuir a esta orden hospitalaria que tanto consuelo y alivio pudo proporcionar a los sufridos peregrinos de la época. Desde luego es una materia que da para una fantástica tesis doctoral.

Con todo lo dicho quiero hacer notar que la asociación habitual de las ermitas del este santo con la fiesta del patrón de los animales no se corresponde con el verdadero origen de las mismas sino con una costumbre posterior, ya que, como se ha dicho, se relaciona con una fundación de tipo caritativo y asistencial destinado a paliar el enorme sufrimiento que acompañaba a los peregrinos, por lo que desde estas líneas quiero reivindicar la gran labor realizada por estos monjes que merecen un reconocimiento y homenaje.

A partir de todo lo dicho creo que queda una labor ingente por realizar:

  1. Por una parte Caudete podría, y debería, liderar junto a los pueblos que disponen de estos edificios, la reconstrucción de la red de albergues antonianos, lo que podría derivar en un importante reclamo turístico por la gran cantidad de gente que se siente atraída por la historia de las órdenes militares y hospitalarias. Para ello se deberían colocar paneles informativos en las fachadas de estas iglesias, siempre presididos por la letra Tau, así como jalonar el camino con señales con la misma letra, además de preparar los edificios para la recepción de los peregrinos.
  2. Se debería implicar en estos trabajos a toda la red de Amigos del Camino de Santiago, que verán con gozo, como su dedicación tiene un importante respaldo histórico.

Es una pena que la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Caudete no dispusiera de esta información cuando con tanta ilusión y esfuerzo adecentaron la ermita de Santa Ana como albergue para peregrinos cuando el lugar ideal, e histórico, hubiera sido la de San Antón, aunque, si lo consideran oportuno, podrían plantearse realizar el cambio.

  1. Se deben realizar gestiones con la Consejería de Turismo tendentes al desarrollo de esta red, que puede tener una importante repercusión económica en la zona.
  2. También se deben realizar con las autoridades eclesiásticas de Valencia y Murcia para recabar documentación histórica que avale la existencia del camino de peregrinación entre Valencia y Caravaca, así como solicitar que nuestra ermita vuelva a tener la posibilidad de otorgar la indulgencia plenaria a los peregrinos que transiten por esa ruta.

Recientemente el patronato de turismo de Caravaca ha comenzado a fomentar distintas vías de peregrinación, una de las cuales sale desde Yecla, que enlazaría perfectamente con la nuestra.

  1. Desde el punto de vista económico se debe fomentar tanto el tránsito por estas vías como la venta de elementos de merchandising, como camisetas, llaveros, etc., con el símbolo de la Tau, que tanta aceptación tienen entre los peregrinos, como ocurre en el norte de España
  2. Había que implicar a restaurantes, hostales, hoteles, etc., para que promocionen menús de peregrinos, estancias especiales para los mismos, etc., e involucrarlos en la difusión de la imagen de la red.
  3. Por último, y a título de sugerencia, me atrevo a aportar la idea de que se pudiera cambiar el nombre de la Cofradía de San Antón por la de Cofradía de Hermanos Hospitalarios de San Antón y la de que todos sus miembros pudieran desfilar en los actos oficiales con el uniforme de la orden, que consistía en un hábito negro con la letra Tau de color azul en el pecho, con capa también negra con la misma cruz sobre el brazo izquierdo, debiendo considerarse la pertenencia a dicha Cofradía como un gran honor por la larga historia de servicio al prójimo que representa.

De la misma manera y para prestigiar la institución sería importante que en la misma figuraran personas o entidades de relevancia social, por lo que propongo que todos los años la Cofradía pudiera nombrar Hermano Hospitalario de Honor a aquella persona o entidad que hubiera destacado por su labor social y su entrega a los demás.»

Manuel Beltrán – Arquitecto Técnico y Catedrático de Dibujo jubilado

Redacción - CD

Miguel Llorens fundó Caudete Digital en el año 2000. Apasionado de la informática y de la comunicación, desde la creación de este diario local ha mantenido su vocación de informar y su espíritu de servicio público.