Hay requerimientos que los desheredados, los perdedores, los pobres de siempre, han pedido a la izquierda: que se coloque delante de todos ellos y se sirva de movilizarlos con el único y legítimo fin de luchar contra la injusticia social que les maltrata desde hace demasiados años.
Estas izquierdas, a día de hoy, ninguna con denominación de origen, han malgastado el tiempo en rencillas y discusiones absurdas sobre quién de ellos la tiene más larga. Si, en cambio, se hubieran situado en un frente amplio y común, no tengo dudas de que la gente se hubiera volcado. De estos intentos han logrado, la verdad, más fracasos que éxitos, contrayéndose con posterioridad en crisis de identidad constantes.
El último palmario ejemplo político nos conduce a Podemos y su lenta transformación en algo similar a Izquierda Unida (ridículamente, hasta adoptó parte de su nombre). El partido se hizo soviéticamente jerárquico y, por ende, se desprendió de los disidentes; quiso «asaltar los cielos» despreciando el espíritu libre original de transversalidad del 15M.
En lugar de formar parte de una oposición libre con apoyos coyunturales hacia el gobierno de turno los componentes de Unidas Podemos tomaron el camino, quizás más cómodo, de unirse al grupo que había formado El encantador de serpientes, Sánchez. Sostengo que la cagó. Como socio de coalición del partido PSOE sin (D. O.), éste se lo ha ligado y le da migajas cuando le conviene y a regañadientes. Un examen sin apasionamientos de las condiciones actuales de estas dos formaciones políticas de izquierda sin (D. O.) son muy desfavorables, hagan lo que hagan.
Si a esta situación añadimos la estúpida fragmentación de la clase obrera, que ha perdido conciencia de clase y que no se atreve, no sabe o quizás prefiere ignorar que la clase media ha desaparecido por culpa del neoliberalismo rampante y montaraz; que, junto a los antiguos sindicatos, hoy convertidos casi en sociedades anónimas; y que la «sola económica globalización», darían la explicación de por qué la izquierda no consigue lograr cambios profundos en el capitalismo de hoy en día.
El último momento en que se logró introducir esos cambios en justa correspondencia con el capitalismo sucedió al término de la Segunda Guerra Mundial y pervivió durante treinta años, gracias a que ambas partes, capital y obrero, cedieron en sus pretensiones. En esos treinta, la economía dispuso de un lugar secundario frente a la política. A día de hoy, benditos lectores, es a la inversa… La política no cambia las cosas, tan sólo se cambian las élites.
Debido a que a los neoliberales (ganador o perdedor) la política redistributiva se la trae al pairo, cuando algún gobierno de estas izquierdas alcanza el poder y no implementa un plan fiscal justo y coherente, como prometen, obligan a las arcas del Estado a quedarse vacías para poder corregir, tan solo levemente, las desigualdades redistributivas que los neoliberales han ocasionado.
La principal culpable del malestar en el que vive la clase obrera la tiene esa misma clase obrera que se ha dormido en los laureles del: produzco, consumo y disfruto, y ha dejado hacer y deshacer y enriquecerse a su antojo a los inoperantes políticos de turno, mientras dicha clase obrera disfrutaba del parque de atracciones del consumo.
En resumen, como escribe el profesor de Ciencias Políticas, Ignacio Sánchez-Cuenca: «Resulta extraordinariamente difícil concretar qué puede hacer la izquierda en un mundo dominado por la economía».
La sañuda explotación que ha sufrido Iberoamérica durante demasiados años por los imperios occidentales es lo que nos hace entender el uruguayo Daniel Viglietti con la canción «La senda está trazada».
España, Inglaterra, también Portugal,
y ahora es a los yanquis que les toca actuar.
Llevamos ya dos siglos trabajando al sol,
no haciendo otra cosa que cambiar patrón.
América latina ya lo está gritando,
es la liberación la que se va acercando.
Pues hay en nuestros pueblos una inmensa fe,
la senda está trazada, nos la mostró el Che.
Vamos a nuestras minas a sacar nuestro cobre,
vamos a nuestros pozos a sacar petróleo,
demos nuestro sudor para sacar plata y estaño,
seguiremos esclavos al cabo del año.
Trabajemos la tierra con tenacidad
Pa’ que el patrón engorde con felicidad.
Riquezas naturales no son para ti,
son para mayor gloria de la United Fruit.
Óscar de Caso
Foto: Olmo Calvo