Este es mi último año como concejal de Fiestas, una experiencia de muchos colores y de muchos sabores, pero una experiencia apasionante, al fin y al cabo. A lo largo de mi vida he vivido nuestras Fiestas como espectador, como festero, como directivo de la Asociación de Comparsas y como concejal de Fiestas, ahí es nada. Y sin hacer directamente la Fiesta, llegué a ser Portaestandarte de la Comparsa de Mirenos cuando familiares cercanos la hicieron, algo que recuerdo con mucho cariño. Todo esto me ha hecho conocer en gran medida esta centenaria tradición que celebramos en Caudete y creo que, aunque mejorables, nuestras Fiestas son magníficas.
No es cuestión de morir de autocomplacencia, como tampoco de críticas feroces. Caudete cuenta con tradiciones espectaculares que forman la esencia de nuestras Fiestas, y cuenta con actos que, sí o sí, tienen que formar parte de las mismas en el contexto de los Moros y Cristianos. La Entrada, la Enhorabuena, la Ofrenda de Flores… quizás no eran actos originales, pero se fueron añadiendo para dar forma a una fiesta que tiene mucho de espectacularidad, de color, de alegría en la calle…
Muchos critican nuestros desfiles, les quitan importancia o critican cómo los llevamos a cabo en Caudete. Yo creo que nuestros desfiles son dignos, bonitos y alegres, con trajes tremendamente vistosos y con interés en la inmensa mayoría de los participantes por agradar a los espectadores. Nadie es profeta en su tierra, pero a fuerza de ver otros desfiles en otras poblaciones, creo que Caudete mantiene un equilibrio más que aceptable en sus desfiles, con escuadras espectaculares y muchos cabos que ponen todo su empeño en hacerlo bien.
Lo peor para un desfile es un corte. No hay peor enemigo, nada que le haga más daño. La continuidad en un desfile es el todo, y quizás ahí tengamos que seguir trabajando. Y los responsables no sólo son quienes organizan, sino también quienes desfilan. Es absolutamente necesario respetar las indicaciones de los organizadores para que un desfile sea un éxito, algo que no siempre ocurre y que da lugar a quebraderos de cabeza para quienes luchan por mantener ese equilibrio difuso que permite mantener las distancias adecuadas entre un mar de festeros felices.
Nuestros actos más tradicionales permanecen inalterables y gozan de excelente salud. El Ruedo de Banderas, de Volantes, las Capitanías, los tiros, nuestros «Episodios caudetanos»… Todo esto representa el núcleo fuerte de nuestras Fiestas, y aunque la crisis haya mermado un poco la participación, su esencia seguirá a través del tiempo. Todo sigue fiel a como se hacía, con las ligeras variaciones que los tiempos conllevan pero que no afectan a su naturaleza. Y esto es un milagro que haya sucedido y siga sucediendo, cuando vivimos en una sociedad que está inmersa en la modernidad extrema, donde todo lo de ayer está desfasado y ansiamos lo que pueda suceder mañana.
Vuelvo a reiterar mis deseos de que paséis unas felices Fiestas, y casi aprovecho para despedirme como concejal, pues el año que viene ya no tendré esta responsabilidad. Al que le toque entonces le deseo mucha suerte, por encima de colores politicos u otras consideraciones, porque pienso que por encima de todo eso están las personas y cosas tan grandes y hermosas como nuestras Fiestas en honor a la Virgen de Gracia.