Por deformación profesional, me gusta hacer de vez en cuando una medición de la velocidad de mi conexión a Internet. Aunque desde siempre los resultados me han parecido decepcionantes, hace unos días me dio un inesperado subidón de adrenalina: las agujas parecían haberse vuelto locas, y los megas parecían no tener fin, tanto en subida como en bajada… ¿Qué estaba ocurriendo?
Mi relación con Internet se remonta a mucho antes de que existiese en España, cuando con unos artilugios llamados modems conectaba vía teléfonica con algunos locos que ponían su ordenador «en línea» para que otros locos pudiésemos descargar algunos documentos, pequeños videojuegos de la época, alguna foto y poco más. Era una época apasionante: asistíamos al nacimiento de la informática de consumo y a las comunicaciones a través de las redes.
Sin embargo, España tardó más de la cuenta en ponerse al día. Con la llegada de innovadores proyectos de Telefónica, como Infovía, pero sobre estructuras obsoletas, llegó también la frustación de los pocos usuarios que, al principio, nos decidimos a pagar por una tecnología que no estaba aún muy claro cómo iba a evolucionar.
Caudete, además, tenía varios problemas añadidos, con la central en Villena y una red de cableado muy desfasada. Mis problemas particulares con todas las compañías que ofrecían Internet fue objeto de diversos editoriales, siempre negativos, por cierto. Hubo una época en que la propia Telefónica no te enviaba el modem si eras de Caudete, porque el prefijo era de Alicante y no había forma de solucionarlo… ¡Algo de locos! Una vez querían que fuese yo, personalmente, a Ibi para recoger el pack de Internet, porque Caudete era una especie de mutación genética en el sistema, y no lo habían previsto a la hora de las contrataciones. Estoy seguro de que algún lector recordará aquellas cosas…
Ni siquiera la llegada de la tecnología de ADSL solucionó mis problemas. Mejoraron, pero la zona donde vivo y trabajo siempre ha sido problemática, y durante años sufrí multitud de errores de conexión, baja velocidad, microcortes… Un sinvivir.
Cuando Alma Telecom anunció que instalaría fibra óptica en Caudete, no me lo podía creer. ¿Acabarían por fin mis problemas? Creo que fui uno de los primeros en apuntarme, y cuando me llegó el turno… ¡Sí, por fin descubrí lo que era navegar y disfrutar! Internet es mi herramienta de trabajo, y también de ocio, igual que para la mayoría de personas hoy en día, y disponer de una buena conexión es fundamental.
Desde la semana pasada, Alma Telecom ha multiplicado su velocidad, tanto de subida como de bajada, y la tarifa normal ofrece 300 megas simétricos. Increíblemente, Caudete dispone de un servicio superior a la media, y que funciona muy bien, desde mi punto de vista. Ah, y toda esta subida de velocidad no afecta al precio, y se aplica sin que tengamos que hacer nada los clientes… ¡así da gusto!
La empresa está haciendo un importante esfuerzo en la implantación de la fibra en nuestra población. Un ejemplo: desde esta semana, el servicio es una continuación física del que ofrecen en Almansa, ya que hasta ahora la señal llegaba a Caudete por wireless hasta la sierra, pero desde esta semana llega por fibra real desde la vecina localidad. Esto se ha conseguido a través de un acuerdo con Iberdrola y la red de fibra que incorpora en sus estructuras.
El resultado es un excelente servicio, del que me siento realmente agradecido. Aunque ya no es la única oferta de fibra que se puede contratar en Caudete, para mí es la más potente y la que dispone de una mejor relación calidad-precio. Disponen también de oficina en Caudete, donde puedes realizar todas las gestiones, y con una excelente atención al público.
En nuestro pueblo necesitábamos un servicio de este tipo, por el bien de empresas y particulares. Pero las empresas, particularmente, necesitan cada vez de más servicios en línea que sean confiables, estables y rápidos. Y creo que, por fin, Caudete cuenta con opciones que están a la altura.
Caudete Digital