Caudete demostró el sábado estar al margen de la vorágine de pactos surrealistas que se ha desatado estos días de norte a sur y de este a oeste de la geografía española. Tengo que decir que sí que ha habido intentos, digamos, bastante intensos, por conseguir el sillón de alcalde, pero la coherencia y la responsabilidad se han impuesto finalmente en nuestro pueblo, tal y como estaba previsto.
Todos los partidos con representación en el Consistorio votaron a sus candidatos, lo que se traduce en el respeto por la voluntad popular y dejar la alcaldía en manos de la lista más votada. Eso sí, conceder la alcaldía no significa conceder el gobierno, porque el Partido Popular gobernará en minoría los próximos cuatro años, lo que significa que las dotes de negociación de los grupos se pondrán en evidencia pronto, especialmente en los temas más sensibles, como puede ser el Presupuesto Municipal.
Poco más se puede decir a nivel local tras una campaña limpia y políticamente correcta, unos resultados electorales que incluyen cambios de calado pero que dejaron casi sentenciado el gobierno municipal, y una sesión de investidura sin sorpresas. Bajo mi punto de vista, el proceso se ha desarrollado de forma modélica, aunque repito que los intentos por llegar a pactos han estado ahí hasta el último minuto, algo que, por otra parte, no deja de ser legítimo. Los detalles de estas negociaciones, de conocerse algún día, los tendrán que contar los implicados, y no me corresponde a mí hacerlos públicos.
A nivel nacional sí que podrían escribirse varios libros de novela negra, de comedia, incluso alguna tragedia de la mitología griega, porque no me negaréis que hoy, más que nunca, Edipo anda suelto por ahí… Edipo, para quien no lo sepa, mató sin saberlo a su propio padre, y terminó casándose con su madre, con quien tuvo cuatro hijos que se enfrentaron a muerte por el trono de Tebas.
De todo lo que conozco de los pactos postelectorales, salvaría a Ciudadanos como la fuerza política más coherente. Seguramente se puedan poner ejemplos de pifias o incongruencias de este partido, pero yo no conozco ninguna por ahora verdaderamente relevante. Creo que han mantenido una hoja de ruta bastante férrea, especialmente con la corrupción, y han mantenido sus principios por encima de casi todo. A pesar de mantener una ideología más afín al PP que a la izquierda, han votado programas y actitudes, y han mantenido la lógica de la voluntad popular, como en el caso de Andalucía, donde era lógico un gobierno socialista.
El Partido Popular ha tenido poco margen de maniobra, porque ha sido el objetivo de casi todos, y aunque ha tenido más votos en casi todas partes, la alianza de civilizaciones lo ha echado de casi todas partes. No ha habido disimulo, ni nada por el estilo: el objetivo, lejos de programas electorales, proyectos o coherencia política, era echar al Partido Popular. A los populares no les ha quedado otra que aguantar el chaparrón.
Lo de la coalición Podemos-PSOE estaba cantado. Es posible que hubiesen personas que creyesen a Pablo Iglesias o a Pedro Sánchez antes de las elecciones, pero las actitudes de ambos dejaban entrever que iban de la mano aún antes de las votaciones. El PSOE se ha echado en brazos de Podemos sin pudor, con desesperación, y en Podemos aceptan ahora que el PSOE es la casta en la que más a gusto se encuentran. Por cierto, hemos sabido que ambos líderes cenan pescado y tortilla francesa, pero de los términos de los pactos no sabemos nada. Es secreto. Dentro de cuatro años volveremos a hablar de transparencia, porque hoy volvemos a la cruda realidad…
Los intentos del PSOE por pactar con los amigos de los asesinos de sus propios compañeros, léase Bildu, ha sido impactante. Pepe Bono o Felipe González deben de estar mirando qué hay que hacer para borrarse de un partido sin rumbo. Un partido que ha gobernado este país, que ha sido una referencia política de primer orden… se ha convertido de la noche a la mañana en un partido sin referencia ninguna, capaz de pactar con el nacionalismo más extremo, con grupos que ni ellos conocen, y mucho menos sus programas… o eso espero, porque sería infinitamente peor que los conocieran y los apoyasen. En fin, no me extiendo más, pero mi preocupación por el PSOE debería ser la preocuapción del resto de los españoles, que han perdido una de las más claras referencias políticas de este país.
Cambios políticos, sí. Regeneración política, sí. Arrasar a los corruptos, limpiar este país, cambiar políticas sociales… por supuesto. Necesario y urgente. Pero en España no conocemos eso que tan bien explica Vicente Del Bosque, su famosa «transición suave». No señor, aquí todo tiene que ser a lo Edipo.