Este fin de semana nos hemos enterado, por sorpresa, de que los tres concejales de Ganemos Caudete dejan las delegaciones que, por sorteo, estaban gestionando hasta ahora. Han pasado siete meses desde el órdago de Mollá, y yo, inocente, pensaba que el invento podía funcionar.
Pero no. Era evidente que el clima no era el adecuado para llevar adelante un proyecto tan surrealista, aunque hay que agradecer el empeño de todos por llevarlo adelante. ¿O el contador estaba puesto desde el principio, y llegar hasta aquí era el objetivo? Todo son hipótesis, y como ahora habrá versiones para todos los gustos, me vais a permitir que no me crea ninguna a pies juntillas. Prefiero equivocarme sacando mis propias conclusiones, y una de ellas no es otra que se fragua una moción de censura.
Desde el principio, a mí me gustaba que todos los partidos tuviesen su parcela de «poder», y que todos tuviesen su responsabilidad. Como punto de partida, la teoría es estupenda. Sin embargo, para poner en marcha esa maquinaria con tantas piezas y, sobre todo, que no rechinase, hacía falta mucho aceite, y de calidad.
José Miguel Mollá, como alcalde de Caudete, es, efectivamente, el responsable de coordinar un grupo tan dispar, porque, además, es el «inventor» de este gobierno de concentración tan sui generis. No dudo de su empeño en que esto saliese bien, pero todos tenemos limitaciones y formas de ser que, según qué casos, pueden ser incompatibles con ciertas cosas. En este caso, el carácter de Mollá, y él lo sabe, no es el adecuado para el consenso en una situación tan extrema como ésta. Las razones son diversas, pero es innegable que con el PSOE es difícil que llegue a entendimientos reales, de la misma forma que el PSOE con él, tampoco.
Concha Vinader y José Miguel Mollá están en las antípodas para todo. Por desgracia, son enemigos (como mínimo, políticos…) irreconciliables. Nada nuevo descubro con esto, y tampoco que esto es extensivo para ambos grupos políticos, si no en tanta medida, sí lo suficiente para que una de las prioridades entre ellos sea atacarse mutuamente. Si empezamos con esto, es fácil entender que el ambiente no podía ser ni de confianza, ni de colaboración. Hay mucha tensión, demasiada, entre los dos grupos mayoritarios, y esto termina por afectar a todos.
Me consta que los concejales de Ganemos iniciaron con ganas la gestión de sus respectivas concejalías. Las razones que exponen ahora para abandonarlas son entendibles, aunque estoy seguro de que el alcalde ofrecerá su propia versión, que habrá que contrastar. Sin embargo, no me cuadra que Ganemos siga llamando «irresponsabilidad» el reparto de concejalías, y que las aceptasen, ya que eso es admitir que han actuado irresponsablemente. Más bien lo que ha ocurrido es que todos entendieron que el «invento», aunque extraño, podía funcionar, cosa que no ha sucedido.
Al gesto de Ganemos, posiblemente le sigan otros. No tengo ni idea al respecto, pero una vez roto el sistema de gobierno, mucho me temo que el barco va a empezar a hacer agua por todas partes. Como muchos predecíamos, el quid de la cuestión era llegar a confeccionar un presupuesto entre todos. Prueba no superada… ¿y ahora qué?
Ganemos pone el acento una y otra vez en el alcalde. Insisten en que con otros miembros del PP llegan a entenderse o, al menos, tienen capacidad para debatir, pero hacen responsable a Mollá de la ruptura. ¿Quiere esto decir que aceptarían a otro candidato popular…? Sin embargo, también hay que tener en cuenta que Mollá ha sido el candidato más votado por el pueblo, con diferencia… Entramos de nuevo en una encrucijada difícil de resolver. Si teníamos poco con el gobierno de la nación, ahora veremos si también el local empieza a dislocarse…