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Italianos y etíopes Artículo de Óscar de Caso

Les transcribo un artículo de Julio Camba (1882-1962). Corresponsal de diarios en diversos países, persona de un marcado carácter independiente, reconocido gourmet, anarquista convicto, simpatizante del bando franquista en las crónicas que enviaba al diario ABC durante la Guerra Civil en España, junto con algo sorprendente: detestaba la literatura.

El artículo está fechado el 22 de agosto de 1935. Lo tituló «italianos y etíopes», donde bajo una pátina de humor irónico nos vuelve a señalar el desgraciado mito de las dos Españas que poetas, escritores, pintores y demás artistas han significado en los anteriores siglos. Ya mismo se los paso:

Yo no sé si llegará estallar la guerra ítalo-etiópica. Esperemos que no, pero aunque un milagro divino logre evitar la temida hecatombe, no por ello dejarán de irse a las manos en España estos dos grandes núcleos beligerantes que ya empiezan a hacer su aparición en el horizonte nacional: los italianos y los etiopistas. Es decir, que tal vez no habrá guerra ítalo-etiópica ni en Italia ni en Etiopía, pero esto no basta, porque en España, es de todo punto indudable que la habrá.



En España hay todas las guerras, aunque nuestra Constitución no admita ninguna, y yo todavía recuerdo el tesón con que, del año 14 al 18 lucharon aquí, germanófilos y aliadófilos. Ya hacía seis o siete días que, según el comunicado oficial de los aliados, se había rendido Lieja sin que hubiese medio humano de que nuestros aliadófilos evacuasen la plaza. Por su parte, los alemanes continuaban todavía haciendo esfuerzos inútiles para apoderarse de Verdún, cuando ya los germanófilos la habían tomado heroicamente por asalto. El guerrero germanófilo era algo mucho más terrible que el guerrero germano, así como no había soldado de ninguna nación que tuviese el ímpetu arrollador de los soldados aliadófilos. No sé quiénes ganaron la guerra, si los aliadófilos o los aliados. Lo que sé es que, de no ser por los alemanes, los germanófilos no hubieran perdido nunca… Como digo, en España hay todas las guerras, y ahora, aunque la cosa parezca a primera vista bastante difícil, va a haber nada menos que una guerra ítalo-etiópica.

– ¿Tan sensibles son los españoles a la política internacional? -podría preguntarme algún lector poco familiarizado con nuestras costumbres.

Pero no se trata de política internacional, sino de política nacionalísima. El litigio entre Italia y Abisinia nos viene a todos enteramente sin cuidado. Lo que ocurre es que en España hay, desde tiempo inmemorial, dos grandes bandos que se tiran al degüello, y, cuando en el mundo surgen dos nacionales o dos grupos de naciones que quieren tirarse al degüello, entonces cada bando se va con la nación o el grupo más afín, no tanto por deseo de exterminar al otro grupo o a la otra nación, como por afán de degollar al otro bando. Así, al etiopista español se le importa generalmente un bledo de la independencia abisinia, pero como esta independencia se encuentra amenazada por Italia, que es un país fascista, él, hombre de izquierdas, se proclama etiopista. En cuanto al italianista, no es que sienta una predilección especial por la polenta o el queso de Parma, pero, si las izquierdas se van con Etiopia, su deber está bien claro: ayudar a los italianos a zurrar a los etíopes.



Todos los conflictos bélicos que estallan en el mundo no nos interesan nunca, a los españoles, más que en cuanto pueden suponer una variación táctica de nuestra antigua e interminable guerra civil. Unas veces hacemos de rusos y japoneses, otras de aliadófilos y germanófilos, y ahora, aunque no pase nada en Abisinia, ahora vamos hacer de etíopes e italianos.


Es en 1993 cuando Serrat compone esta canción que le va, como ni pintado, al escrito de hoy; dentro del disco «Nadie es perfecto», la tituló»La gente va muy bien». La ironía con marcado sentido crítico hace presencia en ella, profundiza en el conformismo social de la sociedad contemporánea. Serrat contempla a la gente como títeres en medio de una marea de acontecimientos.

La gente va muy bien en cualquier acto público
para llenar la cancha
y hacer la ola.
La gente va muy bien para ilustrar catálogos,
para consumir mitos
y seguir la moda.
La gente va muy bien para construir pirámides,
para tirar del carro
y hacer el amor.
La gente va muy bien para formar ejércitos
y para dar ambiente
¡Viva la gente…!



La gente va muy bien para contarles cuentos,
para darles porrazos
y venderles ungüentos.
La gente va muy bien… La gente va muy bien
para decir que «SÍ»
para decir «AMÉN».

La gente va muy bien como ejemplo de bípedo
que llora, se enamora
y usa zapatos.
La gente va muy bien para suscribir pólizas,
acatar las consignas
y pagar el pato.
La gente va muy bien como dato estadístico,
anónimos comparsas
de este culebrón.
La gente va muy bien yo puedo asegurárselo.
Conozco a esos plebeyos…
¡Soy uno de ellos…!

La gente va muy bien para aplaudir al jefe,
animar el paisaje
y preservar la especie.
La gente va muy bien… La gente va muy bien.
para decir que «SÍ»
para decir «AMÉN».



La gente va muy bien… La gente va muy bien…
La gente va muy bien, pero que muy bien…
La gente va muy bien
para decir que «SÍ»
y por eso TAMBIÉN

La gente va muy bien para enjugar las lágrimas,
para darse un abrazo
y entrar en calor.

La gente va muy bien para vencer obstáculos,
para darnos sorpresas,
recobrar la memoria
y emplear la cabeza
para cambiar la historia
y unidos buscar el camino que lleva al Edén.



La gente va muy bien.

Óscar de Caso

Colaborador de Caudete Digital en cuestiones políticas