Itziar

Itziar González Virós. Una buena vecina Artículo de Óscar de Caso

Itziar González Virós es arquitecta de formación. Durante dos años desempeñó el cargo de concejal de Urbanismo en el Ayuntamiento de Barcelona. Tuvo que dimitir de su cargo tras denunciar en varias ocasiones obras y actuaciones fraudulentas, y la negativa de sus compañeros de equipo de gobierno en seguir adelante con las denuncias que Itziar destapaba. Hoy se dedica a restaurar edificios y viviendas antiguas junto con la pasión de su vida, la poesía.

Les transcribo, benditos lectores, una pequeña parte de sus vivencias: «Yo era concejal de unos barrios donde observaba cómo se movía la economía criminal. Veía a las chicas nigerianas prostituyéndose, veía a los chavales argelinos o marroquíes vendiendo droga, veía a los ciudadanos punyabíes vendiendo latas de cerveza y traficando con heroína. Todo eso estaba en mi ciudad y podía funcionar con cierta armonía porque mis compañeros, que lo sabían, pactaban favores clientelares y de partido con los explotadores de estos jóvenes. Las grandes marcas proporcionaban la coartada con las tiendas de franquicias que abrían. Cuando descubrí que Barcelona les estaba dando la coartada, al considerar que era una economía de turismo, para que algunos explotadores de estos jóvenes viviesen de ellos, me horroricé. Gobernar una ciudad ya no es trabajar para tus vecinos, me dije. En las ciudades globales, ser político, ¿qué significa? Desde mi punto de vista, denunciar la explotación de seres humanos».

«Y ahí es donde me encontré sola, porque nadie espera que a una concejala de un distrito le preocupe ver a una chavala nigeriana en las Ramblas chuleada por el tipo de turno, peleando con un jovencito francés de rastas que no le quiere pagar el servicio, que es lo que yo me encontraba muchas noches. Yo veía en la Ramblas de Barcelona a la Juventud del Tercer Mundo sobreviviendo, buscándose la vida vendiendo droga, su cuerpo, alcohol. Y la Juventud del Primer Mundo perdiendo el conocimiento con esa droga, ese alcohol. Y todo en las Ramblas. Si tú vuelves del despacho de concejal, te vas a tu casa a la una de la mañana y ves eso, te preguntas qué está pasando. Qué está pasando que la Juventud del mundo se autodestruye aquí. En todo caso, yo me quedaba con la del Tercer Mundo, porque tenía ganas de vivir. La sociedad occidental ha hecho de la muerte un negocio, y fabrica miedo para que nadie tenga ganas de vivir, no haces la revolución. Te conformas».

«Viví muy mal esta realidad (tras su dimisión). Ahora estoy más tranquila porque la he aceptado. Bueno, decir aceptado es una forma de hablar. Es una dinámica imparable. Pero como soy arquitecta sé que todo, cuando llega a un exceso de carga, cae. Ahora sólo estoy esperando a ver cómo va a explotar esta burbuja turística. Ha habido una burbuja inmobiliaria y ahora tenemos una burbuja turística. El gremio hotelero por fin empieza a luchar contra el gremio de los apartamentos turísticos. Primero eran aliados y ahora ya se matan entre ellos. Esto es muy interesante. Cuando haya cinco mafias que quieran repartirse el pastel, se empezarán a matar entre sí. Luego, ya no hará falta que la Administración pública haga ese trabajo. Hay un momento en que esa colonización por parte de bacterias de todo tipo genera su propia purificación».

«El problema de la masificación turística es la pérdida de masa vecinal, de control social. Es decir, si en Ciutat Vella (Ciudad Vieja) ya no hay vecinos, ¿quién le va a decir al alcalde que hay tráfico de drogas en la calle, o que se están degradando los paseos, o que tal árbol se muere? Nadie va a tener cuidado de ese barrio. La mafia quiere hacer negocio en unas calles donde nadie lo denuncie. Quiere la impunidad. ¿Cómo lo consigue? Abriendo locales sistemáticamente en todos los sitios, colonizando cualquier terreno, donde, si no lo hace, habría un vecino. Si tienes turistas y «locales tapadera”, no hay vecinos, no hay comerciantes, no hay conflicto. Y el movimiento de la economía criminal es tranquilo y libre. No hace falta poner policías porque, total, no se va a quejar nadie».

«Poco a poco, unos y otros han ido viendo que era posible crear territorios de impunidad. Han descubierto que la coartada del turismo era magnífica porque, además, España ha decidido que su gran industria es el turismo. Antes nos dijeron que era la construcción. En Cataluña ahora mismo estamos haciendo leyes ad hoc para cualquier cosa que atraiga turistas. Que son turistas ludópatas, ¡da igual!, son turistas. Los que gobiernan no van a generar trabajo honesto para los ciudadanos, sólo son captadores de dinero. Cuando fui concejal me empeñé en combatir ese fenómeno y lo pagué muy caro. Y no animo a nadie a que lo intente. No tiene ningún sentido. Quijotes, no. Juana de Arco, no. Es más interesante generar una estirpe de personas que ser un iluminado luchador. Un muerto por esta causa es inútil. Un enjambre de personas conscientes puede dar algún resultado. Denunciar la corrupción en este país es ir al paro para siempre. La grave paradoja es que hoy no se está haciendo política de unos en contra de los otros, sino de muchos a favor de muchos otros.”


Los versos del argentino Facundo Cabral (1937-2011) y su canción «Entre pobres» del disco «Facundo Cabral en vivo», editado en 1999, ponen fin al escrito de hoy.

 

Entre pobres yo nací, entre pobres me crie,

entre pobres voy viviendo y entre pobres moriré.

Yo siempre quise vivir y porque quise yo vivo,

solo diciendo que sí se cumple nuestro destino.

Yo vengo de donde el diablo perdió la categoría,

el conquistador la fuerza y la inocencia María.

Vengo de donde Francisco se casa con la Teresa

todas las noches del año y casi todas las siestas.

Suelo pasar el invierno con la leña que recojo,

no soy esclavo ni amo para vivir de los otros.

El hornero hace su nido como yo hago mi canción,

cada cual, con cada uno, es ley de la creación.

Tal vez mañana me vaya si se me ocurre partir,

y si no me da la gana me quedaré por aquí.

No será más pobre el mundo el día que yo me muera,

otro canalla andará agitando por la tierra.

No pierdo tiempo en cuidarme, la vida es bello peligro,

del peligro del amor mi madre tuvo siete hijos.

Si ella se hubiese cuidado de mi padre y su fervor,

a la reunión de esta noche le faltaría un cantor.

Óscar de Caso

Colaborador de Caudete Digital en cuestiones políticas