El bufón a que se refiere el título es la auto denominación que el señor Albert Boadella tiene para consigo mismo. La venganza que anuncio en el enunciado es la que él pergeñaba hacia aquellos periodistas adictos y mantenidos por el President de la Generalitat, el ExHonorable Jordi Pujol i Solei. Estos plumillas no tenían otro objetivo que tratar de destruir y desprestigiar al grupo teatral «Els Joglars» cuyo director es el señor Boadella. Les transcribo, benditos lectores, el hilarante texto:
«Otro apartado bélico que entonces dominábamos con cierta eficacia eran los faxes destinados a periodistas perseguidores, pero expedidos a la redacción de sus periódicos o a la emisora para que pasaran antes por tantas manos como fuera posible. Con el fin de dotar de mayor veracidad al documento, modificábamos los datos que encabezaban las hojas de fax e imprimíamos unos logotipos de la empresa o institución muy creíbles. El escarnio público en este caso no era sobre una escena teatral sino a través de un simple papel. Sabíamos que el sadismo de sus compañeros provocaría decenas de fotocopias antes de llegar al destinatario. Por ejemplo, del siguiente fax enviado a los periodistas de La Vanguardia nos consta que circularon numerosas copias por toda la redacción del periódico.»
SEXGOLD – PARAÍSO DE TENTACIONES – SEXGOLD
Señorial y discreto
C/ Tuset, s/n
Tel. 93 209 42 13
Barcelona
Sr. Oriol D….
Después de intentar localizarlo infructuosamente a través de la dirección y teléfono que usted anotó en la ficha de cliente de nuestro establecimiento, y que resultó ser falsa, hemos podido averiguar a través de una agencia de información que usted trabaja en este periódico.
Antes que llevar el asunto a mayores deseamos realizar una última tentativa con el fin de que salde el débito que tiene pendiente en nuestro establecimiento. Su historial de cliente asiduo es el que nos ha hecho transigir las últimas veces cuando, después de utilizar los servicios de nuestras señoritas, dejó de abonar la tarifa por llevar una tarjeta ilegible electrónica. Este truco lo ha practicado reiteradamente, abusando de nuestra confianza y buena disposición con la clientela.
Señor Oriol … debería ser el primer interesado en liquidar la deuda con prontitud, ya que el tratamiento dado a las señoritas Raquel y Bea podrían ser también objeto de denuncia, porque una cosa es pagar por un «griego» y otra muy distinta obligarles a mantener la cabeza en el excusado mientras usted ejecuta «la lluvia dorada» sobre ellas. Pero lo peor más grave no es solo eso, sino que además lo practique cantando Els segadors para mayor humillación, pues las dos señoritas son de Castilla-La Mancha. Ni que decirle que poseemos pruebas documentadas de todo ello, ya que somos una empresa de gran profesionalidad y no podemos tolerar comportamientos vejatorios, con el agravante por su parte de morosidad reiterada.
Una vez más le conminamos a que liquide usted la deuda pendiente, ya de que no ser así tenga por seguro que vamos a tomar las medidas oportunas, judiciales por supuesto, que encargaremos al prestigioso gabinete Roca (sanitarios).
Atentamente,
Madame Mamalú
Finalizo el jocoso escrito de hoy con las letras del poeta León Felipe titulado: «¿Por qué habla tan alto el español?». Está contenido en el libro: «España e Hispanidad México – Bogotá 1942 y 1946».
Este tono levantado del español es un defecto, viejo ya, de raza. Viejo e incurable. Es una enfermedad crónica.
Tenemos los españoles la garganta destemplada y en carne viva. Hablamos a grito herido y estamos desentonados para siempre, para siempre porque tres veces, tres veces, tres veces tuvimos que desgañitarnos en la historia hasta desgarrarnos la laringe.
La primera fue cuando descubrimos este continente, y fue necesario que gritásemos sin ninguna medida: ¡Tierra! ¡Tierra! ¡Tierra! Había que gritar esta palabra para que sonase más que el mar y llegase hasta los oídos de los hombres que se habían quedado en la otra orilla. Acabábamos de descubrir un mundo nuevo, un mundo de otras dimensiones al que cinco siglos más tarde, en el gran naufragio de Europa, tenía que agarrarse la esperanza del hombre. ¡Había motivos para hablar alto! ¡Había motivos para gritar!
La segunda fue cuando salió por el mundo, grotescamente vestido con una lanza rota y una visera de papel aquel estrafalario fantasma de la Mancha, lanzando al viento desaforadamente esta palabra de luz olvidada por los hombres: ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!… ¡También había motivos para gritar! ¡También había motivos para hablar alto!
El otro grito es más reciente. Yo estuve en el coro. Aún tengo la voz parda de la ronquera. Fue el que dimos sobre la colina de Madrid, en el año de 1936, para prevenir a la majada, para soliviantar a los cabreros, para despertar al mundo: ¡Eh! ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!… ¡Que viene el lobo!
El que dijo tierra y el que dijo justicia es el mismo español que gritaba hace 6 años nada más, desde la colina de Madrid, a los pastores: ¡Eh! ¡Que viene el lobo! Nadie le oyó. Los viejos rabadanes del mundo que escriben la historia a su capricho, cerraron todos los postigos, se hicieron los sordos, se taparon los oídos con cemento, y todavía ahora no hacen más que preguntar como los pedantes: ¿Pero por qué habla tan alto el español?
Sin embargo, el español no habla alto. Ya lo he dicho. Lo volveré a repetir: el español habla desde el nivel exacto del hombre, y el que piense que habla demasiado alto es porque escucha desde el fondo de un pozo.