El grupo municipal Ciudadanos presentó una moción hace unos días para que el Pleno decidiese la conveniencia o no de que el pueblo opinara sobre las fechas de celebración de nuestras Fiestas Patronales.
El Pleno lo debatió, y votó que no. Y punto pelota. Al menos, por una temporada.
Las razones de unos u otros a la hora de votar me importan bastante poco, puesto que las decisiones políticas no dejan de estar condicionadas por muchos factores e intereses particulares. Por eso, cuando, de improviso, me llegó la moción de Ciudadanos, sabía que estaba abocada al fracaso. Que un tema de tanto calado como este se presente por un grupo político, es sinónimo, a priori, de enfrentamiento.
Además, la moción de Ciudadanos presentaba algunos matices que no termino de entender, porque si bien el propósito de la misma era la consulta al pueblo, que me parece correcto, también exigía que, en la misma consulta, se presentase una nueva fecha de celebración. A mi corto entender, lo primero sería saber si los caudetanos estamos dispuestos o no a un cambio de fechas y, posteriormente, y en caso de salir un resultado favorable al cambio, vendría lo gordo: fijar una fecha. Tal vez, llegados a este caso, lo suyo sería realizar otra consulta con varias propuestas, o bien que una comisión la fijase y el pueblo la votase.
No hay que olvidar que las Fiestas Patronales pertenecen al pueblo. A todo su conjunto, incluso a quienes no les gustan las Fiestas. Mi opinión es que es bueno que, como en otros lugares, los ciudadanos tengan voz y voto a la hora de decidir cuestiones tan relevantes como estas, porque afectan en muchos ámbitos: el festero, el económico, comercial, lúdico… Hay gente que sale a desfilar, otros trabajan en talleres relacionados con las Fiestas, otros tienen restaurantes, bares, etc., hay empresas que condicionan sus vacaciones en función de las fechas de las Fiestas, personas que trabajan fuera de Caudete, caudetanos que viven fuera de Caudete y participan en Fiestas, el curso escolar, etc. Los condicionantes son muchísimos, y una variación en las fechas merece, sin lugar a dudas, de un estudio muy profundo.
Este es un tema de debate idóneo para hablar en bares o guaridas. Las discusiones son, a menudo, encendidas, tanto a favor, como en contra. Pero, curiosamente, los favorables a un cambio de fechas no han sido capaces, al menos hasta ahora, de organizarse mínimamente. Cuando se iniciaron los trámites para el cambio de itinerario de La Enhorabuena, se formó la llamada «Plataforma Festera 2010», encabezada entonces por el ahora concejal de Fiestas, Francisco Medina. La plataforma presentó más de 200 firmas a la Asociación para que se estudiese un recorrido alternativo al desfile, como así ocurrió finalmente.
En el tema de las fechas de Fiestas, de más calado todavía, no hay ningún movimiento ciudadano, más o menos organizado, que apoye, siquiera, el estudio de un informe con los pros y contras de un cambio en el calendario festero. Ante la inacción de los ciudadanos, un partido político ha querido recoger el sentir de muchos, pero considero que no es lo deseable, pese a la buena intención que se le supone al hecho de querer dar voz a los caudetanos. Politizar algo supone, muchas veces, y por desgracia, enfangarlo.
Creo que los caudetanos en general, y los que piensan que es mejor cambiar las fechas, en particular, son los que deben abanderar iniciativas de este tipo, y que los políticos, finalmente, deben respetar, y refrendar, la voluntad mayoritaria del pueblo, en un sentido u otro.