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Leo Maciá termina el gran reto de los 101 Km de Ronda tras más de 23 horas corriendo La participación de Leo en esta prueba de ultra fondo tenía, además, un fin solidario

Leo Maciá ha terminado el gran reto de los 101 Km de Ronda tras más de 23 horas corriendo. En concreto, ha invertido 23 horas y 38 minutos en completar una de las pruebas de ultra fondo más duras que hay en España.

Este año han participado en esta prueba 9.000 corredores (3.700 ciclistas y 4.200 marchadores). La carrera, con salida y llegada en Ronda, transcurre por senderos y caminos de la Serranía durante todo el día y la noche. Su recorrido atraviesa los municipios de Ronda, Arriate, Alcalá del Valle (Cádiz), Setenil de las Bodegas (Cádiz), Benaoján y Montejaque.

Este 2024 han concluido 656 mujeres y 3.436 hombres. Una carrera que Leo tenía en mente desde hace muchos años, pero como ella dice «la carrera te busca a ti, en el momento oportuno».

Una carrera en la que para participar tienes que hacer una preinscripción, porque hay tanta demanda que se sortea la plaza. Justo el día en el que Leo estaba preparada para correr la media maratón de Santa Pola, estaba pendiente de introducir el código que otorga la organización para participar en el sorteo. En ese mismo momento, justo antes de empezar, supo que estaba aceptada para correr una de las pruebas que lleva en mente desde hace tiempo. Han sido 5 meses de entrenamiento específico para poder aguantar una distancia en la que «no sólo es correr contra el medio, sino contra ti misma», nos dice Leo.

La salida se hizo desde el Campo de Fútbol de Ronda con todos los honores de la Legión, «Novio de la Muerte» incluido. La estrategia de la carrera fue ir a un ritmo constante y conservador, sabiendo que lo más duro llega en el km 70, tras el Acuartelamiento del Tercio. Desde el inicio es un sube y baja de montaña, muy tobogán. Con trote lento en las rectas, subida lenta y controlada en las subidas, casi con la sensación de poder más pero frenando, sin dejarse ir porque luego lo pagas y las bajadas dejándose caer.

El km 50, en el avituallamiento de Setenil de las Bodegas, fue el punto de inflexión, porque mentalmente la carrera empezó ahí. Llegó con mareos y con el estómago cerrado, sin poder comer, con sensaciones de angustia leve pero mosqueante… Hasta ahí todo bajo control, suave sin parar y trotando sin molestias de ningún tipo. En ese momento «me di cuenta de que no podía correr más», y la decisión fue andar todo y olvidarse de correr. El ultrafondo significa luchar contra tu mente.

A partir de ahí, andar deprisa, sin parar ni en las subidas y bajar todo lo deprisa que se pudiera. Llegó la noche, la soledad de la serranía, la luna de fondo y un silencio aplastante que sólo se rompía con los cencerros de algunas vacas de las ganaderías. El camino señalizado con balizas de luz fría cada 100 metros, atenta para no saltarse ninguna, y sólo con la luz de un frontal. La oscuridad escondía la subida contante que llegaba a más de 2.000 metros acumulados, y los pasos rápidos se tornaron en un trote cada vez más vivo.

Momentos de dudas…

Llegada al Acuartelamiento del Tercio de la Legión de Ronda, muy peligroso… Llevas más de 70 km en las piernas, te ofrecen de cenar comida caliente, arroz y perritos, hay masajes y sillas para descansar. En tu cuerpo hay rozaduras, ampollas, contracturas, y tu mente dice: abandono. De ese avituallamiento salieron varios autobuses de gente que decidía no seguir, por lo que de un plumazo quedó la última, ya que los cerca de cien que iban detrás, abandonaban la campaña.

A la salida, el camión donde había dejado la «bolsa de vida» que la organización te lleva desde meta, ya había salido de vuelta porque se había cerrado el punto por la hora. Por lo que a partir de ahí era un seguir corriendo y muy en serio para no quedarse fuera. Los 50 km iniciales habían sido relajados y puede que debido a esa previsión a partir del km 70 pudo tirar más que en ningún momento, pasando por Montejaque, uno de los puntos más altos de la prueba, a una marcha muy aceptable. En los avituallamientos le decían que iba a 15´de que le cerraran la meta, que no se entretuviera con nada. A falta de 8 km, unos gritos de sus familiares le instaban, corre Leo, corre que entras, corre que llegas, ¡¡¡ vamos Leo vamos!!!

Incluso los legionarios animaban, sabiendo que sólo entraría en tiempo si corría de verdad, sin miramientos. Una médico legionaria de uno de los puestos lanzaba un consejo gritando, «te queda una bajada larga, corre ahí todo lo que puedas y sube hasta la meta como puedas, corre, ¡vamos que se puede!». Relata Leo que «como en ese Km, y a esas horas, la única que corría era yo, el resto andaba, todo el mundo me animaba y aplaudía»

Bajada al río a tope y subida agónica, con ayuda de los palos de montaña, sin parar, sin mirar, respirando y apretando dientes. Ronda, calle serpenteante, llena de gente, Alameda del Tajo, compañeros andando acabando fuerzas y Leo corriendo con todo el aliento que le daba el público, la familia y la Legión, que ya la conocían como «la señora de las rastas».

Entró en meta dentro del tiempo que daba la organización para acabar, con más frescura de la que se espera de alguien que acaba de correr 101 km. Quizás una primera parte conservadora le hizo tener una segunda más fuerte. Nunca sabrá si corriendo más al principio hubiera sido menos límite en ese final. Nunca se sabe si un ritmo mayor le hubiera hecho pagar consecuencias peores y terminar con mal sabor.

Reto conseguido, carrera terminada, carrera personal ganada.

Curiosidad sobre los 101 km de Ronda

Nace en 1995 cuando la Legión de Ronda quiere rendir homenaje a una patrulla de legionarios que recorrió 101 km en lo que se llamó «el desastre de Annual».

Para entender el espíritu que dio nacimiento a los 101 de Ronda, debemos viajar a África, al campamento legionario en Rhoba-Goza.

La Legión se había creado apenas un año antes. Concretamente el 20 de septiembre de 1920 para luchar en tierras de África junto a los Regulares.

La madrugada del 21 de julio de 1921, el campamento descansa, ignorante aún de que se acaba de producir uno de los grandes desastres de la historia de España en todo el siglo XX. Sobre ellos está a punto de recaer un reto para salvar a toda una ciudad.

Y es que la recién nacida Legión debía marchar a toda prisa a 101 kilómetros a pie para acudir en auxilio de Melilla. Arrasado el ejército español en África, la ciudad y su población civil eran el siguiente objetivo sobre el que se cernían miles de kabileños. Llegaron en 24 horas, sin parar durante todo el día y toda la noche para auxiliar al resto de compañeros y población civil, en lo que hubiera sido una auténtica masacre.

Fuera de lo que políticamente se puede ver, fue un grupo de personas para salvar a otras personas. El tesón es lo que se aprende durante 101 km y 24 horas corriendo. Compartir, no dejar tirado a nadie, luchar contra ti mismo.

Una experiencia inolvidable, que va más lejos del significado de la palabra DEPORTE…

¡Enhorabuena, Leo!

Además de lo estrictamente deportivo, en el reto de Leo también había una vertiente solidaria. Muchas personas «compraron» un kilómetro de esta prueba para recaudar fondos para adquirir componentes para una radio en el Sahara. El proyecto ideado por Leo se llama «Una radio para Fanana», y será ahora, tras conseguir el reto, cuando se comprará el material necesario para culminar esta iniciativa. Podéis recordarla en esta noticia:

Una radio para Fanana

Cuando se haga entrega de este material en el Sahara, volveremos a informar sobre ello…

 

 

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Redacción - Caudete Digital

Miguel Llorens fundó Caudete Digital en el año 2000. Apasionado de la informática y de la comunicación, desde la creación de este diario local ha mantenido su vocación de informar y su espíritu de servicio público.