Que nunca lo olvidemos: los fallecidos por el Covid-19 y sus familias son las víctimas de esta tragedia. El resto, sufrimos y sufriremos daños colaterales, es cierto. Pero el dolor inmenso de las familias que han perdido a un ser querido, no es comparable a nada.
Lo digo porque en esta pandemia, los fallecidos representan la cifra incómoda. Poco se habla de los muertos de esta masacre, y poco homenaje se les hace. Es verdad: hay que aplaudir a los sanitarios y a quienes lo arriesgan todo por el resto de nosotros, y poner una pizca de optimismo en la sociedad. Pero también hay que ser justos, y no dejar a las víctimas ocultas. También hay que ser realistas e informar a la gente de qué está ocurriendo.
Resulta curioso el tratamiento que hacen algunas cadenas sobre esta crisis sanitaria. Algunas, se permiten hacer comedias relacionadas con la pandemia, cuando ni tan siquiera ha terminado y mueren cientos de personas al día. Son 15.000 muertos los que llevamos ya en España. Quizás convendría ser un poco más serios con estas cosas, cuando han muerto miles de personas que sus familiares no han podido ni velar. Ni siquiera despedirse de un padre, o una madre, hermanos… Eso es muy duro. Terrible.
Vamos a salir de esta. Por supuesto, costará un poco, pero saldremos. Porque no puede ser de otra forma. Pero, ¿a qué precio? Los datos, las cifras, las estadísticas, son tremendamente fríos. Es difícil hacerse a la idea de cuánta gente ha muerto, porque con el paso de los días nos vamos insensibilizando. Nos alegra saber que un día han muerto cincuenta menos que el día anterior, y es comprensible mentalmente, pero no es comprensible humanamente. Mientras muera una sola persona, nadie debería alegrarse.
El drama no tiene parangón. Los muertos permanecen en morgues, amontonados. Cientos de ataúdes alineados en espera de ser enterrados… cuando se pueda. No, esto apenas sale en las televisiones: es demasiado duro. Incomprensiblemente, no sería problema si las imágenes viniesen de un país lejano de África, ha ocurrido mil veces y no hay empacho para emitirlas, pero es que son de nuestro país. Y entonces, todo cambia… Pensábamos que esto no podía pasar nunca aquí, pero ha pasado, y no estamos preparados, al parecer, para asumirlo.
Mi recuerdo y mis condolencias para todas las familias que han perdido a alguien en esta terrible pandemia. Mucho ánimo para todos ellos en estos momentos tan duros. Y ojalá nadie se olvide de todo lo que ha pasado.
«Quien olvida su historia, está condenado a repetirla».
Caudete Digital