La ciudad de Los Ángeles acaba de retirar la estatua de Cristóbal Colón, a petición de un concejal que dice tener raíces de los indios wyandotas y que ya el año pasado acabó con el Día de Colón en la misma ciudad.
Mitch O’Farrell se llama el concejal, un exbailarín de cruceros y playboy la mayor parte de su existencia, quien ha decidido hacerse famosillo entre los suyos a base del navegante Colón. Al resto de americanos, a quienes España o el resto del mundo les importa tres pepinos, les trae sin cuidado una estatua más o menos.
El caso es que este iluminado tacha de genocida a Cristóbal Colón, y se queda tan ancho, a sabiendas de que sus compatiotras no van a correr a la Wikipedia a ver quién era ese marino al que se refiere. Porque claro, si conocieran un poco de su propia historia, sabrían que el primer genocidio, documentado además, sobre los indios, fue perpretado por los miles de blancos que llegaron en el siglo XIX atraídos por la fiebre del oro. Desde 1849 a 1869 desapareció el 80% de la población indígena, muchos de ellos asesinados a sangre fría.
El primer contacto estable de un español con los indios lo tuvo Fray Junípero Serra, en 1769, por lo que Colón, salvo que tuviese una longevidad un tanto acusada, nada tuvo que ver con ellos. Los españoles no tuvieron problemas, por ejemplo, con los Apaches, algo en lo que están de acuerdo los historiadores (los de verdad).
Pío Baroja opinó a principios del siglo XX que los españoles «hemos purgado el error de haber descubierto América, de haberla colonizado más generosamente de lo que cuentan los historiadores extranjeros con un criterio protestante imbécil, y tan fanático o más que el del católico».
Pío Baroja se refería a las Nuevas Leyes de 1542, que reconocían a los indios como súbditos libres de la Corona Española, y en la Controversia de Valladolid, donde la ciudad castellana presenció un debate inédito sobre derechos humanos en pleno siglo XVI.
Porque es cierto que la esclavitud era práctica habitual en todo el mundo en aquel tiempo, y también en España se dio hasta el siglo XVIII. Los conquistadores llegados a América cometieron abusos, por supuesto, pero conforme la Corona española fue estableciéndose, se ejerció un mayor control, y la propia reina Isabel «La Católica» ordenó tratar «con esmero» a los indios, cosa que, como se puede suponer, no siempre ocurría. Sobre todo, a la muerte de la reina, que fue cuando se cometieron los mayores abusos sobre los indios.
Pero es que es muy curioso cómo queremos enfocar la historia desde nuestro punto de vista actual. Nos pasa con multitud de acontecimientos del pasado… Si analizamos toda la historia desde nuestra moral o ética actual, desde nuestra perspectiva, a toro pasado y sin filtro histórico, podemos retroceder hasta la época de neandertales y homo sapiens, y crucificar a los segundos porque sobrevivieron a los primeros. En cada época de nuestra historia, los humanos hemos actuado según las circunstancias del momento. La supervivencia dependía de conquistar nuevos territorios y defenderse de quienes querían el nuestro. ¿Cómo osamos siquiera a valorar las circunstancias que se vivían hace 500 o 1.000 años? Es ridículo.
Lo que sí tenemos que hacer es aprender de la Historia. La humanidad debería aprender de su propia historia, y evolucionar. Lo hacemos, pero demasiado lentamente. El día a día sí que es criticable, porque estamos aquí, y porque conocemos, precisamente, qué hicimos mal o qué hicimos bien en el pasado. Por eso es tan importante saber Historia, con mayúsculas.
Porque alguien puede pensar que escribiendo esto, alabo a unos u otros. Nada más lejos de la realidad. Se trata de conocer, lo mejor posible, qué ocurrió en el pasado, algo que no sabremos fehacientemente nunca. Sin embargo, conocer no implica compartir unos hechos, ni justificarlos, más allá de su contexto histórico. EEUU es hoy lo que es por el devenir histórico, y no sé, si no hubiese ido Colón, si sería peor, o mejor, o igual, pero la realidad es la que conforman los hechos en el transcurrir del tiempo.
También comprendo que, actualmente, hay muchos a los que les interesa echar tierra sobre nuestro país. Y ensombrecerlo todo cuanto pueden, consciente o insconcientemente. Parece ser que hay una corriente que quiere echar mierda, con perdón, sobre todo lo que signifique España, y denigrarla en todo aquello que está a su alcance. Bueno, allá ellos, cada cual es libre de hacer lo que quiera, pero animo al resto a documentarse siempre de diversas fuentes para tener las ideas más claras sobre el tema que sea, pero en especial de los temas históricos.
Volviendo a los indios, desde luego, a EEUU le viene estupendamente echar el muerto, nunca mejor dicho, a los españoles, que para eso nos lo tragamos todo. Por cierto, Mitch O’Farrell no quiere hablar con los medios de comunicación españoles, probablemente porque no sabría responder a la mayoría de preguntas o, simplemente, porque quedaría en evidencia su sabiduría histórica.
Yo le preguntaría, por ejemplo, qué le parece que en Los Ángeles, donde han retirado la estatua de Colón, que pocos indios vio, haya una gran evenida que honre a la 85ª División de Infantería del Ejército de EEUU, llamada «Custer», el militar del Séptimo de Caballería, que simboliza las batallas y el exterminio de los indios en la Conquista del Oeste…