Es posible que este escrito pase desapercibido para muchos lectores… Pero, tras realizar algunas investigaciones en esta cavidad, también muchos lectores podrán conocer algunos de los secretos que esconde esta cueva caudetana si se dejan llevar por su lectura.
Toda historia tiene su comienzo, y en esta ocasión podemos señalar que fue en el año 2013 cuando se localizan pinturas rupestres en la Cueva Santa de Caudete. No voy a entrar en detalles sobre los informes de estas pinturas, pues se ha escrito lo suficiente sobre este hecho por historiadores y podemos constatar que han quedado registradas.
Desde esta fecha, y recopilando diferentes yacimientos neolíticos (21), nos planteamos estar en desacuerdo con algunas de las afirmaciones que los técnicos asignaron en su momento a estas pinturas, especialmente al darles una cronología y una determinada cultura.
Si bien es cierto que durante estos últimos años los análisis científicos han conseguido a través de dataciones poder ajustar cronologías coincidentes con objetos encontrados (artefactos y ecofactos), en comparación con estratos al mismo nivel, este año realizamos la comparativa de dos cuevas con arte parietal que definían antropomorfos.
La Cueva de la Sarsa situada en Bocairent (Valencia) a pocos kilómetros, servía de comparación como yacimiento para poder estudiar nuestro arte parietal, que está registrado en la Cueva Santa de Caudete.
Un trabajo que veía la luz a través de la (UNED) Abstracción y Simbolismo en el Arte Rupestre y que nos animó a seguir esa línea de trabajo. Recientemente, tras nuevas mediciones para seguir con su topografía, nos encontramos con otra agradable sorpresa sobre su historia. Esta es más reciente: alguien grabó su paso por la cavidad hace 187 años, y el registro perdura.
Anexo al trabajo realizado
Varias reflexiones
Me detengo por un instante en la entrada de la Cueva Santa, y son varias las reflexiones que me vienen a la mente. Hemos analizado trabajos realizados a través de investigaciones de diversas disciplinas, como geología, arqueología, antropología, historiadores, filósofos, científicos, etc., para intentar comprender qué pretendían comunicar nuestros ancestros cuando plasmaban esas pinturas y grabados en paredes, y los realizados en materiales fungibles, como pieles, madera e incluso adornos corporales.
Hoy, no sólo analizar artefactos y ecofactos es posible. También podemos datarlos o fecharlos, ya que existen nuevas técnicas de análisis en investigación (arduo trabajo, en el que se necesita tiempo y financiación).
A raíz de que cada pintura de arte parietal tiene su propia huella diferente al resto de improntas (similar a la de los seres humanos, que tenemos distintas huellas dactilares) intentar analizar ese momento, en el que comulga la representación en el lienzo y los útiles utilizados, implica una complejidad de la que sólo el cerebro humano tiene. Esa idea cognitiva que aparece como arte de magia, en un momento determinado, surge tan sólo por el hecho de ser partícipe de la especie Homo Sapiens, el único animal que ha conquistado la cadena trófica a través de miles de años.
Es cierto que, en mi reflexión, podemos intuir aquello que supuestamente podían tener en mente en un momento determinado, y que nos han dejado a través de sus dibujos, pero es necesario seguir trabajando para obtener más datos comparativos con su hábitat, estudios de estratigrafía y, sobre todo, analizar los compuestos utilizados (óxidos, carbones, etc.) para poder hacer realidad que encaje una pieza más de este complejo «puzzle».
Al analizar cualquier yacimiento de los existentes, estoy seguro de que habrá (entre investigadores) una gran diversidad ideológica al estudiar esos «lienzos», donde encontraremos figuras antropomorfas, zoomorfas, manos positivas y negativas, trazos geométricos, signos, etc…
Preservar el arte rupestre es algo esencial (costoso y difícilmente arraigado a la sociedad actual), arte que no puede ser contemplado en museos y que, para poder analizar o visitar, hay que fusionarse con la naturaleza.
Un museo natural paisajístico que nos ofrece la propia naturaleza, en abrigos, cornisas, y cuevas de difícil acceso. Algunas de estas pinturas se encuentran encarceladas entre rejas, otras restringidas para su conservación y las «más», que son y serán destruidas por la misma especie que las ejecutó en su día hace miles de años, la Homo Sapiens.
Acabo este trabajo. Detrás de mí quedan a buen recaudo, en su habitación, a oscuras, en un lienzo natural (sobre una roca) unas pinturas, donde se reconoce a una mujer con los brazos extendidos, que perdura en el tiempo y que nos recuerda que nosotros/as, la especie humana, somos finitos y estamos de paso.
Fotografías del autor realizada en 2013 y 2025 (Gaspar Conejero Torres)
Agradecimientos
Profesores de Prehistoria de la UNED
Centro Excursionista de Bocairente
Centro Excursionista de Caudete



