Tras las pasadas elecciones y el posterior reparto aleatorio de concejalías, con el consiguiente revuelo que esto supuso, parece reinar cierta tranquilidad en el tetris municipal, donde cada pieza parece haber encajado más o menos correctamente.
Personalmente, me alegro si esto sigue en esta línea. Yo creo que todos deberíamos alegrarnos, si bien falta que pase un plazo razonable para ver si los resultados son realmente satisfactorios. Desde el primer día me he mostrado favorable a este experimento, y también optimisma sobre su desarrollo. Es normal que al principio sigan existiendo recelos entre las fuerzas políticas, pero estar todos remando en la misma dirección es un paso de gigante. Ahora, la complicación viene, más bien, de saber quiénes van a ser los encargados de ejercer la oposición a un gobierno en el que todos están implicados. Sin embargo, para una oposición que sólo tenga por fin bloquear, y no fiscalizar, es mejor que haya una vigilancia mutua en lo fundamental, que estoy seguro de que se ejercerá.
La portavoz socialista se descolgaba el otro día con unas declaraciones en televisión un poco desacertadas. Venía a decir que le habíamos dejado muchas cosas para contratar, y que iba contrarreloj, refiriéndose a las Fiestas. En fin, tampoco me molestan mucho estas declaraciones, fruto de la necesidad de seguir «dando vara» en lo que se pueda. Tan sólo me cabe decir al respecto que si yo en mayo hubiese contratado todo lo de Fiestas (que podría haber hecho perfectamente) ahora la crítica sería tal vez más feroz, con el argumento (acertado) de que yo habría condicionado todo el ejercicio de su gestión de forma diferida. Sobre algunas otras cuestiones de gasto, hubiese sido deseable que me hubiese consultado para que le explicase perfectamente su origen. De hecho, alguna de sus compañeras sí me consultó para otras cuestiones, y estuve encantado de ayudarla en todo lo que pude. Creo que eso es señal de normalidad.
El gran reto ahora es, sin duda, que este gobierno sea capaz de confeccionar un presupuesto. De hecho, no tienen más remedio que ponerse de acuerdo, aunque la necesidad no es óbice para que la complicación sea máxima. Si son capaces de esto, cada concejal podrá trabajar de forma más o menos independiente, si bien a nadie escapa que hay concejalías que tendrán que irse poniendo de acuerdo a lo largo de casi todo el mandato.
A mi entender, si el deseo de todos es el de seguir trabajando con sus respectivas concejalías, se tiene que rebajar el nivel de tensión política, incluso mejorar las relaciones personales. No cabe duda de que hay tiempo para cada cosa, y que a unos meses de la próximas elecciones, dentro de cuatro años, cada cual trabajará para su montón y defenderá lo suyo, pero mientras tanto quizás sea posible mantener un cierto equilibrio que, seguro, sería interesante y beneficioso para Caudete.