Nunca he escrito un editorial sobre mi padre, quizás por esa prudencia y escaso afán de protagonismo que tenemos la familia. Pero hoy ha llegado el día, porque quiero hablaros de Pepe Llorens, mi padre.
En su infancia, su gran afición, que aún mantiene, era el fútbol, como la de casi todos los chiquillos de la época. Por los años 50, fue uno de los fundadores del Caudetano junto a un grupo de amigos, equipo al que consiguieron federar, no sin cierto esfuerzo, dadas las precarias condiciones de entonces. Pese a su juventud, fue presidente durante un tiempo, y siguió jugando al fútbol hasta que se fue a la mili.
En 1972 marcó en su bancal un campo de badminton y, posteriormente, lo transformó en una pista de tenis. Las rayas eran de yeso en polvo, y los numerosos cardos y matorrales que salían por todo el campo de tierra no impedían que se divirtiese con sus amigos jugando al tenis. Esa afición, nuevamente, le llevó a pensar en ir más allá, y con la ayuda de unos amigos se puso manos a la obra: en pocos meses consiguió ilusionar a unas docenas de familiares, amigos y vecinos del pueblo, y se fundaba el Club de Tenis Caudete.
Con el tenis consiguió muchas satisfacciones, y ganó campeonatos locales y comarcales de cierta importancia, pero una lesión de espalda que arrastraba desde hacía años truncó momentáneamente su espíritu deportivo, y su vida. Una hernia de disco lo mantuvo casi paralítico en casa durante meses, una época muy dura para toda su familia, quienes lo veíamos sufrir inmóvil en un rincón del salón durante tanto tiempo… Afortunadamente, se decidió a operarse, y pese a que en aquella época la operación entrañaba muchos más riesgos que ahora, fue todo un éxito y poco a poco volvió a andar y a practicar deporte.
Poco después, y con el tenis contraindicado, empezó su afición por el ciclismo. En poco tiempo, tanta afición cogió a la bici, que no dudó en ponerse retos cada vez más curiosos… Uno de los primeros me tocó vivirlo también a mí, incipiente ciclista que, con 15 años, no dudé en aceptar el reto de ir en bicicleta a Andorra con mi padre y mi tio Paco, que por aquel entonces también le había cogido el gusto al ciclismo. Aquella aventura, en la que llegamos a Andorra en tres días y volvimos en otros tres, supuso para mí el abandono fulminante e inmediato del deporte de la bicicleta, ¡tal fue mi sufrimiento! Al llegar, juré que no volvería a subir en una bici, y aunque mucho después practiqué la bici de montaña, nunca más he vuelto a subir en una bici de carretera. Eso sí, con el tiempo, conservo un grato recuerdo de la aventura, y ya sólo me quedan los buenos momentos en mi memoria…
Sin embargo, mi padre sí continuó subiendo en bicicleta. Tanto es así que con la misma ilusión de siempre, se volvió a plantear el crear un grupo organizado de ciclistas para poder participar en carreras como equipo, disponer de una equipación común, estar federados… Nació así el Club Ciclista Caudete, que presidió durante muchos años, y que supuso el despegue del ciclismo local.
En buena lógica, la edad tendría que haber ido apaciguando su interés por el deporte, pero nada más lejos de la realidad. Precisamente, sus grandes logros los consiguió a partir de entonces… Volcado en deportes como el ciclismo, el duatlón, el triatlón y las carreras a pie, y con una fuerza de voluntad inquebrantable, mi padre ha conseguido gestas increíbles. La lista de títulos provinciales, regionales, nacionales e internacionales, sería casi interminable. Ha sido Campeón de España de Duatlón de Montaña, en Calatayud, su título, quizás, más preciado y que más le emocionó, donde no pudo reprimir las lágrimas, pero tiene en su haber más de una docena de títulos de Campeón de España, uno de ellos como Campeón de España de Duatlón Blanco, en Candanchú, donde una de las pruebas era el esquí de fondo. Ese día acabó ensangrentado, casi destrozado por la numerosas caídas que sufrió, pero que no fueron obstáculo para acabar la prueba. También ha participado en un Campeonato de Europa, y en un Campeonato del Mundo, ambos de atletismo. Hace unos días revalidó su título como Campeón de España de Maratón de su categoría en San Sebastián.
Ha corrido la considerada como la carrera más dura del mundo: la Subida al Veleta, 50 Kms. corriendo hasta alcanzar la cumbre de Sierra Nevada. Ha realizado la Transpirenaica en bici, desde el Cabo de Creus al Cantábrico por los Pirineos. Ha hecho en bici la Ruta del Quijote, de 800 Kms. en 12 días. Ha dado la vuelta a España en bicicleta, 3.500 Kms. en 29 días. Ha hecho varias veces el Camino de Santiago… Una gran decepción la sufrió en Santa Cruz de Bezana, donde participó en la carrera de 100 Kms., pero por problemas de salud (iba muy medicado con antibióticos) tuvo que retirarse a los setenta kilómetros de carrera. Su objetivo a medio plazo es ser campeón del mundo en la categoría de 90 años…
En el Circuito Provincial de Carreras Populares de Albacete, donde participa desde sus inicios, es una referencia. Varios años ha corrido todas las carreras del circuito, alrededor de 45 pruebas en menos de un año, es decir, prácticamente una carrera cada fin de semana. Y ha sido campeón varios años en su categoría. Pero no es una referencia por eso, que también, sino porque cada uno de los miles de participantes de todos los pueblos y ciudades de Albacete, lo admira, lo respeta y lo quiere de una manera muy especial. Mi padre, de verdad, es un ejemplo de amor por el deporte, de respeto al adversario, de fuerza de voluntad, de humildad y de luchador en el mejor de los sentidos.
Junto al apoyo incondicional de mi madre, acompañante en docenas y docenas de ocasiones, sufridora silenciosa y compartiendo las alegrías de sus éxitos, y también las decepciones, mi padre nos ha enseñado valores fundamentales a través del deporte. Con sus 76 años, es joven y vital, porque la juventud depende de la ilusión. Y el deporte es su vida, y su ilusión, y por eso traslada buenas vibraciones a quienes le rodean.
Sirvan estas palabras como mi pequeño homenaje a una gran persona que no ha necesitado más que correr y luchar contra sí mismo para ser admirado, querido y respetado, porque los valores del deporte los traslada siempre al resto de su vida. Espero que sigas corriendo muchos, muchos kilómetros más, y que siempre te quede alguna meta más por cruzar para que nos impulses al resto.