Diciembre no ha estado marcado ni por el frío, ni por las burbujas de Freixenet. Este año hemos tenido bombardeo electoral, y entre eso, y vivir en un pueblo con pocos alicientes para salir a pasear o comprar, con escasísima iluminación o decoración especial, la Navidad empieza quizás algo más sosa que otros años.
Las temperaturas ya vemos que son inusualmente altas. Es posible que el cambio climático tenga algo que ver, pero el caso es que no es normal poder estar a mediodía en mangas de camisa a finales de diciembre. La imagen bucólica de la Navidad es la de los paisajes nevados, el frío, la lumbre encendida… Pero Papa Noel tendrá que venir este año en tractor, nada de trineo si no quiere dejarse las cuchillas enganchadas al asfalto. Y veremos los Reyes Magos, porque de momento esto no tiene pinta de querer cambiar…
Un año más, parece que el Ayuntamiento no ha tenido presupuesto para adornar un poco las calles caudetanas por estas fechas. El comercio en general se queja de que no se destine algo de dinero para dar un poco de alegría a las calles en una época en la que pueden vender algo más. En Navidad es un aliciente visitar poblaciones, no digamos ya las ciudades, donde se invierte una cantidad razonable en iluminación. La razón principal es que es más agradable salir a pasear, y, por lo tanto, es más fácil que la gente se pare en los escaparates y compre. Además, alegra la vista y el espíritu salir un poco de la rutina. Aquí nos tenemos que conformar con los arcos de la calle Mayor, que no es que estén mal… pero bueno, es un querer y no poder que queda como muy pobre.
Al menos, el otro día había un pequeño mercadillo en el paseo, con una serie de juegos para los más pequeños, que congregó algo de público. También está prevista para este fin de semana la San Silvestre, una carrera solidaria donde lo de menos es ganar y, si me apuras, el deporte. Lo que cuenta es divertirse y, de paso, colaborar con Cáritas, una asociación que desarrolla una ingente labor social en favor de los más necesitados.
El año que termina ha sido duro, y el que empieza lo será también. Muchos han conseguido trabajo, más que el año anterior, pero la situación general aún no se puede calificar de buena. Lejos quedan ya las décadas de esplendor en la construcción que llenaron los bolsillos de muchos caudetanos a fuerza, desde luego, de mucho esfuerzo y muchas lesiones tirando yeso, por ejemplo. La adaptación de la economía local ha sido, y todavía lo es, complicada. Muchos paisanos se han tenido que reinventar en estos años, pero la gran mayoría ha salido adelante. Ahora ya sabemos que nada es eterno, pero también que no hay mal que cien años dure. Cojamos lo positivo de la lección, y sigamos avanzando sin esperar mucha ayuda de ninguna parte.
A nuestros políticos no se les oye mucho, en general. Salvo con el tema de Geursa, que pocos saben realmente ni siquiera qué es eso, se mantiene el runrrún político típico, pero a nivel medio-bajo. Parece que cada cual va a la suya, y eso no está mal. Tal vez Mollá tenía que exportar su modelo municipal a Madrid. Rajoy, líder del partido más votado, que se ponga de presidente y haga un sorteo con los ministerios. Cada cual el suyo, y que se dejen de marear la perdiz. Gobierno de Concentración Aleatorio, podría llamarse el invento. Total, quieren poner de presidente a alguien que ni siquiera se haya presentado a las elecciones… ¡manda huevos!
Feliz Navidad, y os deseo un fantástico Nuevo Año 2016…