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No todo está perdido, hay chispa Artículo de Óscar de Caso

Óscar de Caso

He vuelto a releer, una vez más, el libro «Abuelo, ¿cómo habéis consentido esto?», de Joaquín Estefanía. En su última página el autor transcribe una carta escrita por una íntima amiga veinteañera, que ha leído el libro antes de su publicación. La joven le da su opinión de la situación en que se encuentran los jóvenes sobradamente preparados en la actualidad que, como ella, son descendientes de familia obrera. Han tenido que costearse sus estudios con mucha dificultad, viéndose obligados, como es su caso, a emigrar a China, Alemania y México. Aquí os la dejo, benditos lectores, penetrad dentro de sus palabras. Escuchad a los jóvenes.

«Los grandes cambios vienen a través de grandes rupturas. La brecha está en nuestra generación. Espero que eduquemos a nuestros hijos con la idea de que el sistema ya no funciona y hay que cambiarlo por la base. Yo prefiero pensar que aquí comienza la brecha y es muy emocionante formar parte de ella y hacer historia. Espero aportar para que todo cambie… ¿Naíf?, pues claro. Si me pongo pesimista me suicido.

Toda la ciencia ficción que leo o veo, todo lo que se escribe sobre el futuro es de alguna forma apocalíptico. ¿Cómo puede ser que todos veamos el futuro negro y nadie se pare a cambiarlo? El único libro en que salíamos mejor parados era uno en el que después de estar a punto de exterminarnos llegan unos extraterrestres y nos dicen cómo deben ser las cosas. ¿De verdad? ¿Nadie tiene fe en la raza humana? ¿Tiene que venir alguien de fuera porque el sistema está tan viciado que no tiene solución? Cuando un proyecto de arquitectura no sale, hago borrón y cuenta nueva. ¿Cómo se hace eso con el sistema?

Estoy cansada de que me llamen «generación perdida» o «jóvenes sin futuro». Lo que tenemos es un futuro distinto de aquel para el que nos habíamos preparado. ¿Generación perdida? Será laboralmente, porque a nivel intelectual estamos bien y espero que eso nos ayude a salir mejor parados de todo esto. Nos habéis dado estudios, Europa, movilidad, Internet y muchas herramientas personales para analizar. Conocemos la historia (no como los abuelos), tenemos miles de medios de comunicación: Internet, documentales, películas, (quizá eso sea malo por la sobreinformación), y si hay que vivir con menos… no pasa nada.

Pasado el dique de los años 2008 a 2010, cuando nos quedamos todos paralizados y noqueados al perder el paraíso prometido, las cosas se han asimilado. Mirando el lado bueno, «hemos despertado» y nos hemos dado cuenta de que la historia y las mejoras no siempre avanzan, sino que están plagadas de retrocesos. Nos creíamos invencibles y superhombres y vimos que no lo somos. Ya está. Punto. No pasa nada. Tendremos futuro, viviremos, tendremos hijos y con suerte nuestra vida no será tan dura como la de los abuelos. Con suerte, y quizá cuando seamos abuelos, veremos el cambio del sistema.

Si la mayoría de los jóvenes no tienen acceso a la vivienda digna, trabajo, jubilación, etcétera, ¿qué pasará dentro de unos años, cuando seamos el centro de la pirámide? ¿Quién financiará las necesidades de nuestros mayores, su sanidad, sus pensiones?

Nos hemos quedado sin futuro laboral o con futuro laboral incierto. ¿Cosas buenas que deben pasar? Salir de la sociedad consumista, salir de un sistema qué sólo prima el éxito laboral, para empezar a valorar otras alternativas (si «no tienes» no puedes vivir felizmente en un mundo en el que sólo eres feliz cuando «tienes»), pensar más en el consumo de las materias primas, la contaminación y la progresiva destrucción del planeta.

NO TODO ESTÁ PERDIDO, HAY CHISPA

En este escrito no adjunto ningún poema, la poesía se halla en las palabras de esta joven: es la poesía de los «millennials». Puede que la podamos haber escuchado en las conversaciones con los hijos o con los nietos, puede que no las compartamos en parte, puede que sean juvenilmente conformistas. Sostengo que no es la realidad que hubiéramos conformado para nuestra descendencia, pero cada día que pasa tengo la certeza de que la mayoría de nuestros chicos y chicas asumen esta maldita realidad. Tienen toda la legitimidad para hacerlo.