A veces, hay noticias que nos impactan, y el fallecimiento de Paco Domenech ha sido una de ellas. Pese a conocer sus dolencias cardíacas, ha sido una noticia tristemente inesperada, una sorpresa fatal que nos ha dejado a todos huérfanos de alguien que conocía nuestra historia como nadie.
 

Paco era profesor, investigador, erudito, amante de un trabajo que llevaba en el alma y que atesoraba conocimientos que compartía con generosidad con quienes mostraban interés en saber. Fue profesor mío en la Universidad Popular durante un par de años, y he compartido con él años de trabajo en la Comisión de los Episodios Caudetanos, donde realizaba un gran trabajo con el Lucero de Caudete que estaba a punto de culminar con su publicación. Era una persona extremadamente educada, cercana, y siempre dispuesta a ayudar si estaba en su mano.

No era lo que se suele entender normalmente por un "festero", pero amaba y conocía las Fiestas como pocos. Festeros son los que desfilan, los que disparan, los que hacen la Fiesta… pero también se puede ser tan festero, o más, trabajando por las Fiestas desde la sombra, invirtiendo horas y horas, como hacía Paco, en investigarlas y comprender el cómo, el por qué, el desde cuándo,… Nos ha dejado multitud de escritos que nos ha descubierto a los caudetanos cómo eran nuestros antepasados, y eso nos ayuda, en cierta medida, a saber cuál puede ser nuestro futuro.

Paco Domenech ha sido, y lo será siempre, una persona importante de Caudete. No en el sentido rimbombante de la palabra, sino en el plano más sencillo y entrañable: ha sido un sabio que nos ha enseñado cosas. Y eso es de las pocas cosas que verdaderamente se pueden agradecer a una persona.