Y es que Antonio "El Pelao" no era rico, y fueron muchos los sufrimientos para poder llevar adelante un sueño para el que se sabía sobradamente preparado. Innumerables fueron las horas que trabajó en los camiones con los que luego él mismo competía. Amigos, conocidos, admiradores… también colaboraron, con su dinero, o con su ayuda profesional, pero era mucho lo que necesitaba y sólo el apoyo de un potente patrocinador haría viable su proyecto. A fuerza de muchas gestiones, en 2007 consiguió el apoyo tan largamente esperado a través de la empresa italiana Dukic Day Dream S.R.L.
Sin embargo, otro contratiempo mucho más silencioso y terrible se cruzó en su camino. Una enfermedad degenerativa se convirtió en su rival más despiadado y más paciente, porque sabía que su éxito era seguro. Antonio no pudo vencer en esta ocasión, pero el recuerdo de su sonrisa constante, su simpatía y su ejemplo de tenacidad por lo que creía, quedarán para siempre.
Descansa en paz…