La Operación Taula está poniendo contra las cuerdas al PP valenciano. Todos los ediles y asesores populares del Ayuntamiento de Valencia van a declarar esta semana por un presunto delito de blanqueo de dinero, y Rita Barberá está en el punto de mira de la Justicia.
La gravedad de este asunto es máxima. De nuevo, la financiación ilegal, y la ramificación con otras causas de corrupción conforman una red delictiva de gran envergadura. En el Partido Popular se plantean, incluso, quedar sin representación en el tercer ayuntamiento de España. La razón es que este partido pretende pedir las actas de concejales a todos los imputados o investigados, pero no está claro que vayan a ceder, pese al mandato de la dirección, lo que provocaría su expulsión y, por lo tanto, el PP quedaría sin representantes en Valencia.
El Partido Popular tiene en la corrupción su guillotina. Si miramos el listado de corruptos en nuestro país, hay de todos los partidos y de todos los colores, pero es innegable que en el PP se ha convertido en una lacra insoportable, y el ejemplo de Valencia viene a echar más leña al fuego, pues se trataría de una financiación ilegal del partido a gran escala. Si a esto le sumamos comisiones ilegales o tráfico de influencias por parte de algunos destacados dirigentes valencianos, además del momento político crucial por el que estamos atravesando, el cóctel no puede ser más negativo.
Todo esto no es bueno para nadie. Lo único positivo es que se depuren responsabilidades y que paguen los que tienen que pagar, pero ni los políticos honrados del Partido Popular, que son muchos, ni sus más de siete millones de votantes, se merecen algo así. La autocrítica tiene que ser feroz, y la regeneración en los puestos de responsabilidad, creíble. Lo que no sé es si el Partido Popular llegará a tiempo para limpiar sus filas de corruptos, o si se quedará en el intento.
Son muchas las medidas puestas en marcha para combatir la corrupción. Prueba de ello es que están saliendo a la luz multitud de tramas delictivas, pero la sensación de los ciudadanos es que esto no terminará nunca. Son muchos años, y cada semana nos hemos encontrado con algo nuevo. Muchos acabaron en la cárcel, muchos están ya en la calle, otros entrarán pronto, pero el caso es que seguimos hablando de corrupción cada día.
Y hablar de corrupción es hablar de dinero que nos roban a los ciudadanos, y es condicionar nuestro día a día. Pensemos que uno de los motivos por los que han surgido partidos como Podemos, con planteamientos radicales, ha sido la corrupción. Por lo tanto, y ahora lo estamos viviendo, el devenir político también lo marcan, de algún modo, los corruptos. Para bien, o para mal, eso está por ver, pero es una realidad.
Parece que la honradez y la decencia son bienes escasos hasta ahora en la política. Falta por ver si a partir de ahora los nuevos partidos son tan limpios como predican.
Ojalá sea así.