La epidemia se ha convertido en pandemia. El coronavirus, también llamado Covid-19, paraliza España en su conjunto conforme avanzan las horas. Desde el corazón del país, hasta los puntos más alejados, el pulso de la actividad va decayendo entre la incredulidad y el temor.
Pocos podíamos imaginar hace unas semanas, cuando escribí por primera vez sobre el coronavirus, cómo nos iba a afectar esta enfermedad. Si entonces nos hubiesen dicho lo que hoy estamos viviendo, posiblemente no lo hubiesemos creído. Y lo peor es que tenemos por delante, en el mejor de los casos, dos meses de incertidumbre.
En las últimas 48 horas hemos pasado de un estado de intranquilidad, a un nerviosismo generalizado, y en algunos puntos, como Madrid, al miedo. El pulso del país se va enlenteciendo, y casi todo lo que no tenga que ver con esta enfermedad pasa a un segundo plano. No es seguro ir a trabajar, ni asistir a conciertos o eventos deportivos, ni celebraciones como las Fallas… Paulatinamente, todo se va suspendiendo. La contención del coronavirus se torna una tarea gigantesca, que precisa de responsabilidad personal, tal y como decía el Presidente del Gobierno en una rueda de prensa sin periodistas, telemática… Algo normal en este momento, cuando miembros del gobierno están también infectados.
La gestión de esta crisis habrá que valorarla cuando acabe. No sabemos si se ha hecho lo que se debía hacer a nivel gubernamental, pero en Europa somos, junto a Italia, los que más casos tenemos en este momento. Con todo, es el momento de que todos arrimemos el hombro y pongamos de nuestra parte para tratar de frenar el avance de la enfermedad, y no entrar en críticas que ahora ya no sirven para nada.
Caudete se ha sumado en las últimas horas a la tarea de frenar la expansión del virus. El primer evento cancelado fue la Semana Cultural Festera, y a esto se han sumado, y se van sumando, más actividades. Efectivamente, no son aconsejables los actos donde se concentre público, y estamos en una fase en la que el aislamiento es una excelente forma de cuidarnos y de cuidar al resto de personas.
He podido constatar que en supermercados de nuestro pueblo también se han llegado a vaciar estanterías, y que somos un poco exagerados… Pero el miedo es humano. A la mañana siguiente vuelve a estar todo lleno, y supongo que todo seguirá así… pero no es algo reprochable, y cada cual está en su derecho de hacer lo que crea oportuno.
También he estado en el Centro de Salud de Caudete, y me ha sorprendido la tranquilidad reinante… De hecho, sólo he visto a personal sanitario con sus mascarillas. Me ha dado la sensación de que estaban en una actitud de espera. Ojo, ha sido una sensación mía, quizás afectado por las circunstancias… En cualquier caso, la sensación ha sido la de que todos estaban en sus puestos, preparados para lo que haga falta.
No sabemos si el coronavirus llegará a Caudete, pero no sería descartable. Vamos a intentar que no llegue, y todos tenemos que poner de nuestra parte para que así sea. Hay que lavarse las manos a menudo, llevar cuidado al estornudar, no asistir a eventos con mucha gente, evitar apretones de manos y los dos besos a los que estamos tan acostumbrados, y procurar no viajar a las zonas más afectadas. Estas son las medidas más aconsejables… pero también las únicas que podemos hacer. Si no nos contagiamos… no contagiaremos a nadie.