Los 188.000 militantes del PSOE votaron ayer para elegir a un nuevo Secretario General, tras la dimisión de Pedro Sánchez. Bueno, pues Pedro Sánchez es, de nuevo, su Secretario General.
La historia se repite, y si los militantes pusieron a Pedro y un Comité Federal lo quitó, otra vez han sido los militantes los que lo vuelven a poner. El proceso ha sido democrático y limpio, y Susana Díaz se ha quedado, sorprendentemente, lejos de Sánchez, que ha ganado con contundencia.
De poco vale mi opinión personal sobre los candidatos, pero sí es cierto que para mí Pedro Sánchez representa la opción más extremista de los tres, por lo que ha declarado y por lo que que ya demostró. No creo que entre sus virtudes esté la del diálogo o la del consenso, por lo que veremos qué actitud muestra a partir de ahora en un Congreso muy fragmentado.
Lo que está claro, desde hace muchos meses, es que existe una división interna dentro del PSOE muy profunda, y que las corrientes que representan Díaz y Sánchez son difícilmente compatibles, al menos de momento. Por lógica, poco a poco tendrá que producirse una sinergia entre la militancia, pero no hay que olvidar que una cosa es la militancia, que representa casi 200.000 votos, y otra los votantes puro y duros, que estarían, como mínimo, entre los 5 y los 6 millones. ¿Estarán de acuerdo los votantes con el nuevo Secretario General? ¿Logrará Sánchez mejorar los resultados electorales, tras dos bajones consecutivos estando él al frente?
Podemos presentó hace poco una moción de censura al gobierno, y ha convocado una manifestación en la Puerta del Sol de Madrid a escasas horas de las primarias del PSOE. La presión que ejerce Podemos sobre los socialistas es palpable, pero hoy todos sus líderes se han apresurado a felicitar a Pedro Sánchez. Podemos sabe que, en el mejor de los casos, su único interlocutor válido en el PSOE es él. Ni con Susana Díaz, ni mucho menos con López, Podemos podría llegar a nada realmente consistente, pero con Pedro existe un pequeño margen de maniobra. Y ahora, reforzado por la militancia, tiene las manos más libres, aunque, sinceramente, no creo que el nuevo Secretario del PSOE vaya a facilitar las cosas a Podemos.
Un PSOE más radicalizado, tal y como comenta en su blob Gaspar Albertos en esta misma publicación, podría llevar votos a Ciudadanos, ante la ausencia de un partido de izquierdas moderado, como hasta ahora ha sido el partido socialista. No es una afirmación a lo loco: la gran masa social del PSOE es de centro-izquierda, y no es partidaria de la izquierda radical que podría representar Podemos.
De momento, Pedro Sánchez ha pasado por encima del PSOE histórico y de sus barones más importantes. Y ya han empezado algunas reacciones, como la dimisión de Hernando como portavoz en el Congreso, algo lógico, porque Sánchez ya dijo que prescindiría de él. Pero también se empieza a preparar una oposición mucho más dura por parte del PSOE, que va a recrudecer, sin duda, los ataques al PP, fundamentalmente por la corrupción, pero también redoblarán esfuerzos para acabar con la reforma laboral, uno de los objetivos de Pedro Sánchez.
Empieza una nueva fase política, más normalizada, con cada ficha en su casilla. No creo que la diferencia vaya a ser tremenda con lo visto hasta ahora, sobre todo porque dentro del propio PSOE queda mucho trabajo por hacer, pero sí que es cierto que el reflejo de la nueva situación en el Congreso va a ser perceptible desde ya.
Lo que es menester es que todo esto redunde en algo positivo hacia los ciudadanos.