Diesel

Editoriales

diesel«Diesel» es el nombre al que respondía la perra pastor belga entrenada para detectar explosivos. Fue la primera en entrar al apartamento de los terroristas en Saint Denis, y fue la primera en morir.

«Diesel» se ha convertido en un símbolo más, enmedio de esta situación caótica que vivimos estos días. Apenas nos acordamos ya de Más y sus ensoñaciones secesionistas. En un instante, la rabia y la impotencia se adueñó de todos nosotros, y aparte de París, pocas cosas más de la actualidad centran nuestra atención.

París está en guerra. No es una frase exagerada. El mundo se enfrenta a una guerra plena en la que cada día hay bajas, aunque unas no sean tan llamativas como otras. Como siempre, los muertos de París no tienen la misma repercusión que los muertos afganos o nigerianos. Pero los errores continuos de la humanidad hacen girar la espiral de la violencia que nos acompaña desde el origen de los tiempos. Sin fin, sin esperanza de que se detenga.

Las batallas ya no se libran en un espacio físico determinado. Las balas de los Kaláshnikov rugen en lugares extraños para ellos. Las guerras mutan, y se convierten en muerte mientras bailas o te tomas una cerveza. Si la guerra es un sinsentido, el terrorismo es la madre de todos los sinsentidos.

Algunos culpan a Hollande, a EEUU o a Europa misma de ser los responsables de estas matanzas, pero yo pienso que el responsable siempre es quien aprieta el gatillo.

 

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