Han tratado de enterrarlo, deportivamente hablando, mil veces. Es el mejor deportista que ha dado España al mundo, por éxitos y como persona, y Rafa Nadal sigue en la primera línea, aunque este año haya tenido que abandonar Roland Garros por una lesión en su muñeca.
En España siempre buscamos líderes deportivos que mantengan nuestra atención y nos hagan vernos reflejados en ellos. Pero no tenemos la virtud de mostrar un apoyo incondicional, y sólo cuando están en lo más alto son nuestros héroes. Luego, nos olvidamos, aunque se trate de una mala racha, de una lesión o de un bajón temporal. Podría decirse que es ley de vida, pero no por ello es menos injusto.
Rafa Nadal nos ha dado tantas alegrías, tan continuas, tan importantes, y se ha mostrado siempre tan prudente, tan normal a pesar del éxito, que ha calado más que otros entre los españoles. Su fuerza en la pista, su rabia, su ansia ganadora y su ambición sin límites desaparecen cuando estrecha la mano a su contrincante al término de cada partido. Entonces es una persona más bien sencilla y amable, poco amante de los focos y de las entrevistas.
Ha necesitado años, tras sufrir la envidia y el ataque feroz de muchos, para que al final pusiese una denuncia a Roselyn Bachelot, ex ministra francesa de Sanidad y Deporte, tras acusarle de doparse, enésima calumnia por parte de quienes andan justitos de éxitos deportivos. Una justa denuncia que, sin duda, ganará, y los 100.000 euros que ha pedido de indemnización ya ha anunciado Nadal que los donará a una ONG francesa.
Rafa representa muchas cosas buenas a través de su carrera profesional. Aparte de esa garra y de ser el luchador que todos conocemos, ha pasado rachas largas en las que nadie daba un duro por su vuelta. El tenis es una gran fuente de lesiones, y por mucha preparación que se tenga, llevar el cuerpo al extremo pasa factura antes o después. De los músculos, las lesiones pasan demasiado rápido a la cabeza, y mantener el equilibrio en esos momentos, en un mundo tan absolutamente competitivo, es muy duro. Sin embargo, con una mentalidad prodigiosa, nuestro campeón ha sabido remontar en varias ocasiones y volver a ser el número uno.
Hace pocas semanas ha vuelto a estar en lo más alto, ganando varios torneos importantes, pero Rafa cumple 30 años y las lesiones, el dolor inmisericorde, lo tienen rodeado. Ahora es la muñeca, pero todo su cuerpo, especialmente las rodillas, sufre un desgaste físico brutal desde hace ya 7 años, cuando empezaron las lesiones más serias y a compartir su vida con el dolor constante. Aún así, Rafa ha hecho lo que ha hecho.
Es difícil que juegue en Wimbledon, quizás sería mejor esperar a Río, pero ésa es una cuestión secundaria. Rafa será el abanderado de España en las Olimpiadas con toda justicia, y todos tendríamos que estar orgullosos de que sea él quien nos represente.
Él sabrá hasta dónde tiene que llegar, y sabrá el momento en que tiene que decir «basta». Pero Rafa Nadal ya ha hecho, deportivamente hablando, más que nadie en este país. Ojalá podamos seguir disfrutando de su fuerza muchos años más, pero para mí, sinceramente,… no habrá otro como él.