Yo pensaba que Puigdemont declararía ayer la independencia de Cataluña. Pero no. O sí. En línea con todo este circo, nadie sabe a cienca cierta qué pasó ayer en el parlament.
La llamada «vía eslovena» era una de las posibilidades en la declaración de Puigdemont, y posiblemente la más tonta. Entre claudicar, admitir su fracaso y volver a la legalidad, o declarar la independencia unilateral, el presidente catalán eligió otra opción mucho más cobarde: declarar la independencia y suspenderla de inmediato para evitar acciones judiciales sobre él mismo, fundamentalmente. Cabreó a la CUP, a sus incondicionales y a parte de su gobierno. Al resto, simplemente, nos dejó la amenaza en suspenso.
Sin embargo, todo tiene un límite, y mantener al frente de Cataluña un gobierno fuera de la ley significa anular multitud de derechos fundamentales a los catalanes. Por eso, el gobierno de España, por fin, ha adoptado la medida que casi todo el país estaba esperando: ha iniciado la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
En mi opinión, es la única opción que ofrece garantías para desatascar Cataluña. El govern ya no tiene legitimidad, y los ciudadanos necesitan un gobierno estable con urgencia, por lo que asegurar el funcionamiento de áreas fundamentales, como Sanidad, Comunicaciones o Educación, es una prioridad. En esto, en la aplicación del artículo 155, Ciudadanos y PSOE ya se han mostrado de acuerdo, siempre que Puigdemont persista en su deriva soberanista, para lo cual el Gobierno le ha hecho un requerimiento para que explique, de manera clara, qué pasó ayer en el parlament.
Pedro Sánchez se ha mostrado firme esta mañana en su defensa del Estado de Derecho, aunque respalda la aplicación el artículo 155 sin fisuras a cambio de una reforma de la Constitución en el plazo de seis meses. Al menos, la creación de una comisión que estudie su reforma. Por su parte, Albert Rivera ha puesto de manifiesto el chantaje del govern a todo el país, y se muestra plenamente a favor de la aplicación del artículo 155 en Cataluña.
Rajoy ha movido ficha, ya era hora, y creo que en la dirección adecuada. No se puede mantener un chantaje tan grave a todo un país, y no se puede permitir que Puigdemont siga ganando tiempo para continuar con unos planes que sólo «benefician» a algunos.
Las supuestas futuras reformas constitucionales tendrán que llegar, y ya se verá en qué términos. Es evidente que la actualización de nuestra Constitución es posible, y con diálogo y consenso estoy seguro de que se puede llegar a buen puerto, y mejorar lo que ya tenemos.
Mientras tanto, se abre un periodo en Cataluña que, sin estar exento de problemas, supone un respiro para una tierra que se desangra por momentos, y que tendrá que culminar, cuanto antes, en unas elecciones.