Entramos en un tiempo especial, de recogimiento para muchos, de esparcimiento para muchos más, pero, sin duda, entramos en una época de pasión… y no sólo en lo religioso. Según para quien, o para qué, Vía Crucis hay muchos al cabo del año, y en alguno estamos ya en la Undécima Estación.
Los cofrades preparan sus trajes de capuchino y ya hace semanas que las bandas de tambores y cornetas ensayan por las noches. Las Imágenes aguardan el momento de salir a las calles, y la Bocina pronto llenará la noche de esas notas graves y profundas que encogen el alma de los creyentes. Porque la noche de Jueves Santo, esas notas lúgubres no presagian nada bueno.
El Monte Calvario siempre está ahí, listo para que algún reo cumpla su pena máxima. El escenario puede cambiar, pero no lo protagonistas. Los que pinchan con sus lanzas desde la distancia, los que dan vinagre por agua, los que se mofan, los que insultan… Dos milenios después, seguimos crucificando.
Pero lo que no está tan claro hoy en día es lo de la Resurección…