Si nos centramos en la política municipal, los alcaldes y concejales de España fijan sus sueldos de manera absolutamente dispar. Hay alcaldes de nuestro país que cobran más que el Presidente del Gobierno, aunque hay muchos más que tienen sueldos razonables. Y es que, hasta ahora, cada cual establecía su sueldo de manera arbitraria, en función también de si tenía,o no, mayoría para aprobarlo. A partir de que se apruebe la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, los sueldos tendrán techo, dependiendo de la población de cada municipio. En Caudete, por ejemplo, el techo estará en los 45.000 euros brutos anuales, muy por encima del sueldo actual del alcalde.
Esta ley dejará a 41 alcaldes de la provincia sin sueldo. Será a los alcaldes de poblaciones inferiores a 1.001 habitantes, para los que se pide que trabajen "por vocación". A mí me parece que no es correcto, del mismo modo que me parece que los sueldos que perciben tanto el alcalde como los concejales liberados de nuestro Ayuntamiento, por ejemplo, no son adecuados. Que el alcalde de Caudete cobre 1.400 euros mensuales me parece poco razonable, no ya por el trabajo que supone el cargo, sino por la responsabilidad que tiene cada vez que firma un documento, algo que pocos estarían dispuestos a asumir. En cualquier caso, no es mi intención pedir subidas o bajadas de sueldo, sino poner de manifiesto que el alcalde de un pueblo no puede tener un sueldo claramente inferior a muchos de los funcionarios o personal a su cargo, ya que sólo por la responsabilidad inherente al puesto que ocupa, y si tenemos en cuenta una mínima lógica empresarial, debería tener una mayor retribución. Entiendo un ajuste teniendo en cuenta la actual situación económica, pero considero que, aún así, el recorte en nuestro pueblo sólo atiende a factores muy concretos que no son objeto de este debate.
Que todos deseemos que los políticos, concejales o alcaldes trabajen por pura vocación es egoístamente comprensible, pero no es procedente. Hay personas que por razones económicas pueden compaginar la actividad política y la profesional, pero no suele ser el caso más común. La política no puede servir para enriquecer a nadie, pero el hecho de que los que trabajen diariamente como cualquier funcionario tengan un salario justo no debería ser objeto de polémica. Los salarios deberían establecerse por ley, y no dejar que cada ayuntamiento establezca los que quiera. De la misma manera que la ley establecerá un techo, yo establecería, más que ese techo, el propio sueldo, tanto para alcaldes como para concejales, evitando polémicas y demagogias varias.
Se podrían hacer conjeturas respecto al hecho de que los sueldos para concejales liberados, o alcaldes, bajasen cada vez más. Si quienes van a asumir una responsabilidad diaria supiesen que no tendrán una compensación, inevitablemente bajaría el número de personas que podrían aceptar el cargo, y no por egoísmo, sino porque las personas, incluidos los concejales, tienen que vivir, pagar hipotecas y comer, por lo que, por mucha vocación que tengan, las personas tienen que intentar ganarse la vida. Esto daría pie a que los técnicos fuesen teniendo mayor responsabilidad en los gobiernos municipales, lo que, a su vez, crearía gobiernos de tecnócratas que no tendrían más remedio que gobernar sin tomar más decisiones que las estrictamente legales, lo que nos conduciría a situaciones, probablemente, poco razonables. El político, al menos en teoría, tiene entre sus funciones la de humanizar la gestión municipal, la de discernir entre lo legal y lo posible, o luchar por conseguir lo que, en ocasiones, la ley parece no permitir… Alcaldes y concejales, además, están sometidos a una constante presión de la que resulta difícil desprenderse, y uno llega al convencimiento de que jamás hará algo que guste a todos, lo que supone, en cierto modo, una frustración casi diaria a la que es difícil acostumbrarse.
En definitiva, es muy fácil caer en la tentación de criticar que un político cobre, y más cuando éste o aquél no nos cae muy bien, o no es de nuestra tendencia política, pero habría que analizar si el hecho de que una persona trabaje siete u ocho horas diarias, más las que surjan en cualquier momento, o las de los fines de semana, no tiene que tener su compensación como en cualquier otra actividad. Otra cosa son los abusos, y hay muchos, pero no es ése el tema de este editorial.
Prefiero hablar sobre esto ahora que no tengo sueldo como concejal, más que nada para poder hacerlo de una manera más libre, puesto que hacerlo teniendo sueldo podría hacer que hubiese quien interpretase estas palabras de forma diferente… Como siempre, esto no son más que razonamientos propios, y no tienen más intención que la de opinar sobre algo que, bajo mi punto de vista, se brinda a un debate demasiado fácil, en el que se suele profundizar poco. Estoy seguro de que muchos discreparán conmigo, pero eso es lo bueno de disfrutar de la democracia y de la libertad de expresión…
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