La cuerda está tan tensa que la posibilidad de ruptura entre Europa y Grecia es peligrosamente cierta. El referéndum del domingo será determinante para encauzar la situación de un modo u otro, pero el primer ministro Tsipras ya anuncia que si no lo apoya el país, dimitirá. Es decir, que se lavará las manos y dejará el marrón que ha organizado a otro.
Mientras tanto, se hacen esfuerzos interesados en propagar la idea de que la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional son poco menos que grupos inquisidores, desalmados que no tienen otro fin que el de lucrarse. Es lo que se pretende dar a entender, algo relativamente fácil de poner en marcha cuando un país como Grecia se presenta ante el mundo como víctima y no se conoce la realidad de la situación. Bueno, pues vamos a ver qué ha llevado a Grecia a este callejón sin salida.
Grecia es un país pésimamente gestionado desde hace décadas. Es un país con un fraude fiscal generalizado, donde es común que pensionistas muertos sigan cobrando sus pensiones, y donde también son comunes las pensiones de invalidez obtenidas a base de sobornos.
Grecia tiene 11 millones de habitantes, y un millón de funcionarios con sueldos disparatados, que llegaron a ser de 70.000 euros anuales de media. Aunque el sueldo medio es de 1.350 euros mensuales, cobran pluses por todo: por llegar puntuales al trabajo, por usar un ordenador, por ir bien vestidos al trabajo… ¡Y lo triste es que esto es verídico! El despilfarro del dinero público ha sido simplemente demencial. Un hospital de Atenas llegó a tener a 45 jardineros en nómina para regar unas cuantas macetas. Las hijas solteras de los funcionarios heredan la pensión de sus padres aunque no hayan cotizado, con el resultado de que no se casan legalmente para seguir cobrando de por vida. El metro de Atenas tiene un presupuesto de 500 millones de euros al año, pero sólo ingresa 90 millones. Dos tercios de los médicos del país no pagan un solo euro de impuestos. Y hay miles de ejemplos parecidos…
En muchas profesiones, la jubilación es a los 50 años. En otras, a los 55 años, y en general, hasta la llegada de esta crisis, a los 60 años. Desde hace muchísimos años, los gobiernos helenos saben que el sistema es insostenible, pero, ¡ah, caramba!, una cosa llamada Fondo Monetario Internacional y otra llamada Europa financiaban la juerga, y hasta ahora no ponían muchas pegas, ni condiciones, para no liarla parda…
Así las cosas, llega un momento en que literalmente se acaba el dinero para mantener el disparate. Empiezan los problemas en la calle, porque la gente que no goza de los privilegios, simplemente no tiene ni para comer. Se acentúan rápidamente las diferencias sociales, las protestas y las exigencias de cambio. En este contexto llega Tsipras al poder con una idea: mantener prácticamente la misma idea de estado, seguir cobrando de Europa las ayudas y negociar el no devolver dichas ayudas. Puede parecer un resumen muy básico, pero es tal cual.
Poniendo por delante, ahora sí, a todos los pobres que Grecia, y nadie más que Grecia, ha generado, se pretende conseguir que el resto de paises europeos sigan financiando el disparate con la excusa de la emergencia social. Porque Tsipras no quiere tocar las pensiones (cobran bastante más que en España, por ejemplo), ni quiere hacer reducciones de presupuesto en el ejército griego (¡faltaría más!). No, Tsipras ha estado «mareando la perdiz» para, al final, dejar en manos de los griegos si negocia en serio o no, y si el pueblo griego le pide que negocie en serio, anuncia que se larga. ¡Chapeau! Pero lo importante ahora es dar la sensación de que Europa deja tirado a un país trabajador, ahorrador y bien gestionado… ¡Los malos de la película son el resto de europeos y los organismos que la ayudaron con dinero a espuertas!
Si Grecia deja el euro, todos lo notaremos negativamente, pero, sobre todo, los griegos. Grecia tendrá que poner en circulación una nueva moneda, o volver a la que tenía hasta la llegada del euro (dracma). Esto le hará perder un poder adquisitivo enorme, y sólo la esperanza de que el turismo aumente por el abaratamiento de la moneda helena podría mantener una mínima posibilidad de que el país no entre en un estado de caos de impredecibles consecuencias internas. Pero, por desgracia, el desastre estaría asegurado.
Considero una injusticia que mucha gente culpe ahora al FMI o a la Comisión Europea de lo que ocurre con Grecia. Es como si culpásemos al juez de parar los desmanes de un corrupto. Es cierto que hay que ayudar a Grecia, pero Grecia tiene que dejarse ayudar. Claro que hay una emergencia social a la que hay que atender, pero no se puede pretender que lo hagan otros sin hacer un solo sacrificio. El FMI se creó tras la Segunda Guerra Mundial para que los paises, especialmente los pobres, obtuvieran financiación. Y la Comisión Europea la hemos ido construyendo entre todos los europeos para vivir en un espacio de libertad común, con sus luces y sus sombras, pero que nos ha venido muy bien en muchos momentos. ¿Ya no vale ni lo uno ni lo otro?
Como ya he dicho en alguna ocasión, mientras todo esto ocurre, sobre Grecia planean los buitres… Rusia y China se frotan las manos, y no hay duda de que esperan el río revuelto para que los pescadores hagan su agosto. Al tiempo…