Cada año mueren en España varias personas como consecuencia de las heridas sufridas por toros y vaquillas en festejos populares. La pólvora en las fiestas de Moros y Cristianos apenas causa accidentes. Sin embargo, es mucho más fácil organizar una suelta de vaquillas que mantener viva una tradición de siglos de antigüedad como es la arcabucería en las fiestas patronales.
Desde hace veinte años, el endurecimiento progresivo de las leyes que permiten el uso de la pólvora negra en armas de avancarga ha hecho que esta tradición vaya a menos en muchas poblaciones. El uso de armas de avancarga en las fiestas tiene su origen en las soldadescas de antaño, y durante siglos se pudieron desarrollar estos festejos sin mayor problema. Hoy en día, la petición, transporte, distribución y uso de la pólvora se ha convertido en algo tan problemático, que es uno de los quebraderos de cabeza más importantes que tienen que afrontar las asociaciones festeras.
Centrándome en Caudete, un ejemplo de población que hace un uso importante de la pólvora en sus Fiestas Patronales, el lector tiene que saber que actualmente se está gastando menos de la mitad de la pólvora de hace diez o quince años. La participación en los actos de disparo ha ido bajando paulatinamente, y aunque el precio de la pólvora es uno de los problemas principales, se suman otros problemas que hacen que continúe la línea descendente.
Un tirador, en primer lugar, tiene que tener licencia de armas de avancarga para participar en las Fiestas. Su arma, además, tiene que estar homologada y revisada por organismos oficiales, que la marcan con unos números muy poco atractivos. En Caudete, la petición de la pólvora la gestiona la Asociación de Comparsas, que en julio solicita a la Subdelegación del Gobierno, a través del Ayuntamiento, los permisos necesarios, adjuntando el costoso seguro que se contrata para la cobertura de los festeros en los actos de disparo. Se envía listado de los festeros, con su nombre y DNI correspondiente. Una vez conseguido el permiso necesario, se pide la pólvora y un día antes de nuestras Fiestas, se reparte personalmente en la plaza de toros bajo la supervisión de la Guardia Civil.
Hasta ahora, el reparto de la pólvora ha sido, más o menos, llevadero. Este año, sin embargo, se habla de que se repartirá un kilo por persona y día, algo que ya se lleva a cabo en muchas poblaciones, pero a lo que no estamos acostumbrados aquí. La medida no parece muy lógica, y más bien supone un trasiego más intenso de la pólvora, multiplicando los riesgos de manera absurda… Pero el caso es que, una vez se tiene la pólvora… ¡el día 7 tiros!
Las medidas de seguridad que hay que seguir en los actos de disparo en Caudete son bastante altas. La mayoría de tiradores lleva a una persona, el cargador, que se ocupa de portar la pólvora en un recipiente homologado, cargando el arma tras cada disparo. Las distancias entre festeros son más que suficientes para garantizar la seguridad, y las calles se riegan para evitar que se enciendan los restos de pólvora que caen al suelo. Por supuesto, no se permite fumar, y tampoco que se participe con síntomas de embriaguez. Incluso se evita disparar cuando los festeros que van delante están cargando, para aumentar la seguridad.
Cuando se organiza una suelta de vaquillas o cualquier otro acto parecido, tenemos a animales de entre doscientos a cuatrocientos kilos, con cuernos, enmedio de una multitud. Muchos de los que participan van bebidos, y no conozco ningún tipo de licencia que capacite para correr delante de un toro y que sea necesaria para participar en estas fiestas. La distancia de seguridad toro-participante, muchas veces, es tan escasa como ninguna, y la protección exigida para estar delante de unos cuernos es la propia piel.
Tanto unos como otros actos son tradiciones, pero el apoyo y la permisividad no son los mismos. Mientras los actos con animales no parecen tener cortapisas (aunque, evidentemente, tienen que cumplirse determinados requisitos), el uso y disfrute de la pólvora se empeñan en estrangularlo. Las leyes, hasta ahora, son incapaces de adaptarse con sentido común a tradiciones ancestrales, y las grandes entidades que representan la fiesta, léase UNDEF, tampoco han sido capaces de influir positivamente en la resolución de un problema que pone en serios aprietos la continuidad de una fiesta de enorme raigambre en todo el Levante y otras zonas de España.
A mi entender, la comparación entre el peligro de los toros y vaquillas y el uso de la pólvora no se sostiene, y, sin embargo, un enorme agravio comparativo está dañando profundamente las fiestas de Moros y Cristianos.