El ritual sagrado se ha vuelto a consumar. La multitud grita enfebrecida, y un gesto en el cuello no deja lugar a dudas… El César hace la señal, complaciente con su pueblo, y los dioses ya tienen sangre fresca en la arena del circo. Benítez ha sido ejecutado.
Sin ser amante del fútbol, me entretiene estar al tanto de la cabeza de la liga, y claro, nos entretenga o no, saber qué ocurre en los grandes equipos de este país es obligatorio, porque esa información «prioritaria» nos la meten hasta en la sopa. Por eso, resulta curioso todo lo que rodea al Real Madrid, un club con un presupuesto que está cercano a los seiscientes millones de euros y que estos días, al parecer, está en crisis.
Una de las cosas que más me llama la atención del Madrid es su afición. Al menos, esa afición inmisericorde que los domingos ocupa su asiento en el Bernabeu. No sé si hay muchas así, pero lo cierto es que más parece la afición del rival que la propia. Raro es ese apoyo incondicional que se le presupone a una afición, ese ánimo y esa fuerza que da jugar en casa. La afición del Madrid es extremadamente narcisista y sensible, y está más atenta al fallo que al acierto. Le encanta tener a doce gladiadores en el terreno de juego y seleccionar la siguiente víctima. Que se lo digan a Casillas, o a Benítez, sin ir más lejos…
Construir algo con semejante presión tiene que ser muy difícil. Algunos lo han conseguido, pero lo han echado también. Ahora parecen añorar a algunos con los que consiguieron éxitos, pero a veces es difícil volver de la ultratumba, así que el César tiene preparado ya a su penúltimo gladiador y, a la vez, talismán: Zidane. Éste va a ser el bueno. Al menos, parece que les gusta más al grupo de multimillonarios que Benítez, que llegó con ganas de mandar demasiado, ¡hombre ya!
La afición sabe que el club gasta muchos millones en fichajes, y por eso exige y exige. Exige al presidente, exige a los jugadores, exige al entrenador. Pero exige al minuto, sin dar tiempo, en una loca carrera que terminará por desencajarlo todo. A los multimillonarios que corren tras el balón, al fin y al cabo, les preocupa que su dinero esté a buen recaudo. Es cuestión de aguantar lo que se pueda haciendo bien su trabajo, pero amor, lo que se dice amor, entre ellos y su afición, no es que haya mucho. Quizás sean estos tiempos, pero me dice algún entendido que ya hace mucho que esto es así.
El caso es que ya tenemos serial para los próximos días. Viene bien, porque lo de Cataluña ya está casi finiquitado y lo del gobierno de España aún tiene margen para unas semanas. En algo nos tendremos que entretener.