¡A las armas!

Editoriales

GilipollasEso pide Pablo Iglesias a sus militantes: «¡A las armas!». «Hay que practicar la gimnasia revolucionaria… Supongo que muchos de vosotros sabréis fabricar cócteles Molotov, de los que incendian y de los que explotan» (en la sección de comentarios se puede ver el vídeo completo, enlazado por un usuario). Esta es otra perla de este personaje que aspira a controlar la Guardia Civil (a la que insulta), al ejército o a los servicios de inteligencia. Obviamente, para destruirlos, o para ponerlos a su servicio, según se desprende de sus palabras.

He puesto enlace a cada vídeo de las declaraciones que comento para que no quepa duda de que las dice Iglesias, no vaya a ser que alguien crea que me las invento, porque si hay algo que molesta a un podemita es que los critiquen. Si ellos insultan, es libertad de expresión. Si los demás los critican, es fascismo… Pues ya está bien de ser respetuosos con quienes constantemente escupen su rabia contra los que no piensan como ellos. Los vídeos están sacados de su propio programa, ése que presuntamente está financiado en B con dinero de Irán, el país que tanto respeta los derechos humanos, en especial los de las mujeres. Aunque tampoco puede extrañar, porque su discurso es profundamente machista, como se puede ver.

Esa radicalidad tan manifiesta de Iglesias trata ahora de disimularla para llegar a la poltrona del poder. Hipocresía, es la palabra adecuada, aunque para él, el fin justifica los medios. Igual que, sorprendentemente, justifica y trata de fomentar la posesión de armas. «Un arma, un voto». Otra máxima de Iglesias, quien defiende «la tenencia de armas como una de las bases de la democracia».

Él, que es el gran inquisidor contra los corruptos, también debería de dar explicaciones, antes de ponerse a gobernar, sobre los 4 millones de euros procedentes de Venezuela, destinados a dirigentes de Podemos. Entre ellos, Eduardo García Macías, colaborador de Iglesias, quien en el año 2000 fue condenado a cuatro años de cárcel por enviar paquetes con artefactos explosivos caseros a ocho periodistas de El Mundo, ABC y La Razón… Pues bien, ese dinero que cobraron se supone que era para pagar «asesoramiento» a los funcionarios de prisiones y sobre el reparto de la riqueza venezolana (¿¿??). Hoy, precisamente, se han quedado sin pan los venezolanos, pero me imagino que Maduro tendrá un buen bocadillo en su mesa. Por lo tanto, la distribución de la riqueza venezolana es correcta, bajo el prisma de Iglesias, para quien las clases sociales existen y deben someterse a la jerarquía lógica: los pobres, siempre por debajo.

Tampoco quedó suficientemente claro el asunto de Monedero. Sí quedó claro su intento fallido de estafa a la Hacienda pública, pero no quedó tan claro de dónde sacó los 200.000 euros para pagar sus, digamos, «irregularidades». ¿De los 4 millones de Venezuela o de los 5 millones de Irán? ¿Por qué los militantes de Podemos aceptan sin más esa falta de explicaciones? No he visto a Iglesias ni nombrar siquiera nada al respecto, siendo como es el adalid de la transparencia. Y mucho menos que ninguno de sus acólitos le exija explicaciones sobre la financiación del partido. Mientras tanto, la DEA de EEUU revela que Venezuela e Irán pactaron financiar a Podemos con HispanTV. ¿Nos contará su versión Pablo, o eso será cosa del contubernio judeo-masónico-comunista, como decía Franco, que maquina contra él y los suyos? No, seguramente será cosa del diablo, es decir, de los EEUU.

Estos que tratan de abanderar los derechos y libertades de la «gente de la calle», no abanderan más que su propia frustración, que plasman con el insulto constante hacia quienes no comulgan con sus ideas. Y hablando de comulgar, es tremendo el ataque diario y brutal sobre los católicos de este país por parte de la izquierda radical. Ya vemos cómo a través de títeres para niños, desfiles o redes sociales, muestran un profundo desprecio hacia los católicos. Puro odio. Buscan constantemente la provocación, pero su cobardía les impide criticar a otras religiones, como la musulmana, por ejemplo. Es perfecto aspirar a un país laico, pero no a un país de imposiciones. Un país con derecho a profesar, si se desea, una religión, pero que no suponga un coste a las arcas públicas. Pero para eso no hace falta este espectáculo, sino seguir avanzando en conseguir ese objetivo.

Creo que ha llegado la hora de contestar sin miedo y sin pelos en la lengua a quienes creen ser la luz de Occidente. Ante la provocación, el insulto y la ignominia de los radicales, es necesario hacerles ver que la gente normal y corriente no somos títeres, ni el punching-ball donde desahogar su bilis. No os calléis ante la intolerancia de estos «progres» de pacotilla. El que insulta, no merece ningún respeto.

Somos muchos más los que queremos seguir viviendo en libertad y en un estado de derecho, no bajo la dictadura militar que le gustaría a Pablo Iglesias. Su fantasía es someter al pueblo, como Chávez y Maduro hicieron con el pueblo Venezolano, según él mismo dice. Un régimen donde se elimine la propiedad privada, la libertad de expresión, la libertad de prensa, donde se ejerza un férreo control sobre los medios de comunicación (que no sean del gobierno), donde la inversión militar sea la más importante, no la dirigida al pueblo, donde se destruyan las relaciones internacionales y donde haya presos políticos y de conciencia. Ése es el país al que asesora Iglesias, y se supone, pues, que es el país que desea para sí. Gobernando él, claro…

Por si faltaba algo, Podemos lleva tiempo trozeándose. Las «mareas» de Galicia, País Vasco y Cataluña se quejan de la verticalidad de poder en la formación, de que ese famoso «derecho a decidir» no existe internamente a la hora de la toma de decisiones. Pablo Iglesias es Podemos, y él decide lo que hay que hacer. Por eso, esas «mareas» se han separado en la práctica, y son independientes, a la vez que muy críticas con Iglesias, como independiente es también Compromís de Valencia, que pacta en estos momentos con el PSOE en solitario y al margen de Podemos, lo que ha cabreado, y mucho, al líder supremo.

Los community manager de Podemos contestarán rápidamente a mi escrito. Están los que enseguida sacarán a Bárcenas, al PP, la corrupción… Éstos no tienen muchos más argumentos, qué le vamos a hacer. Otros serán más sutiles, y ofrecerán una contestación más irónica, para dar la sensación de que soy un exagerado, que me pongo nervioso, que soy un facha, que no me entero de nada, que hago el discurso del miedo… Tanto unos, como los otros, lo habitual y lo predecible. Pero bueno, para eso están ahí; cumplen con su cometido o simplemente opinan, un derecho que todavía es posible ejercer.

Tengo amigos en Podemos, y otros que son simpatizantes. Con la mayoría puedo hablar sin problemas, es gente inteligente, incluso reconozco que una parte del programa de Podemos me convence. Esa parte no es muy grande, la verdad, pero el resto, sin compartirlo, lo respeto. Lo que es inadmisible, fundamentalmente, son las formas y las ganas de revanchismo, la intolerancia y la cutrez en la que está envuelta Podemos. En la gran mayoría, esta forma de actuar causa rechazo, algo que parece ser que es lo que pretenden.

Las personas válidas de Podemos que apostáis por el proyecto político sin las majaderías que se han impuesto últimamente, aunque sois bastantes, lamento decir que no os hacéis oir. Todo lo que aparece en los medios, porque así lo habéis decidido, es fundamentalismo, muchas ganas de hacer daño, empezando por vuestro líder. He oido varias veces a Rafael Mayoral, por ejemplo, y me parece una de esas personas válidas para defender ante la opinión pública el proyecto con más coherencia que el showman cantamañanas de Iglesias. Sin embargo, la estrategia es otra. Vosotros mismos.

En estos momentos, no sé quién va a gobernar el país, pero para ser sincero, no estaría mal que Podemos tuviese responsabilidades de gobierno. Lo digo de verdad, me atrae la idea de ver si son capaces de llevar a cabo sus proyectos, si hay algo de verdad entre tanto populismo. Igual hasta nos llevamos una sorpresa y en el resentimiento está la solución a los males de España.

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